Rincones del Atlántico


El árbol se alza hacia lo alto, busca la luz, el aire, el universo;
esparce sus semillas y regala sus frutos, pero sus raíces permanecen
en la tierra en la que nace y de la que se nutre.

Queridas amigas y amigos:
En primer lugar, muchas gracias por la calurosa acogida que han dado al primer número de Rincones, pues superó con creces las más optimistas expectativas. Fueron muchas las llamadas, correos y todo tipo de muestras de apoyo y felicitación que nos han llegado. Este es el mejor testimonio que podíamos recibir por nuestro trabajo, ya que nos da las fuerzas que necesitamos para mejorarla y seguir adelante en el cumplimiento de nuestros objetivos.

El trabajo ha sido tanto y el esfuerzo tan grande que nos ha sido imposible cumplir, de momento, con nuestra primera intención de que Rincones fuera una publicación de periodicidad semestral. Anunciábamos en el primer número que éste que tienes en tus manos se publicaría durante el verano de 2004; en ese sentido nos pasamos un poco de ilusos o ingenuos, porque la labor nos ha desbordado. Por un lado por la premisa irrenunciable de que siempre deben estar todas las Islas presentes en cada número, y por otro, y principalmente, por haber tomado la decisión de no bajar de 180 las páginas, pues significaba eliminar algunas secciones, y por lo tanto abandonar esa visión del paisaje que queremos, holística, concebida desde todos los ámbitos, y que creemos habría supuesto a nuestro entender bajar el interés y la calidad de este segundo número.

Con tanta ilusión lo tomamos que el número de páginas creció hasta 252 y eso que dejamos algunos estupendos artículos para el próximo número (damos las gracias a los amigos que los escribieron por su generosidad, comprensión y paciencia) y además tuvimos que bajar un poco el gramaje del papel para poder sumarle 72 páginas más a las 180 previstas en principio y que no quedase excesivamente gruesa la publicación.

Hemos recibido muchas llamadas de los lectores preguntando por la posibilidad de suscribirse, pues sepan que pueden hacerlo, lo que nos sería de gran ayuda. En la página 243 encontrarán la información por si desean suscribirse al próximo número, y así poder recibirlo en su casa. Nos gustaría que el número 3 se distribuyera en el mes de Octubre de 2005. Creemos que para esa vez, si Dios quiere, vamos a poder cumplir con la fecha. Así que al fin aquí está otra vez en la calle este nuevo número de Rincones del Atlántico que esperamos les guste al menos tanto como el primero, y que pueda contribuir a iluminar un poco el oscuro panorama que nos rodea.

Resulta paradójico ver en los folletos turísticos que editan las diferentes administraciones para promocionar el turismo, las impecables fotografías de los lugares más bellos del pueblo o de la Isla que se quieren promocionar, exaltando sus maravillas y alabando sus singularidades y excelencias; y por supuesto, evitando que salgan las feas construcciones que inundan nuestros pueblos y campos, las autopistas, los atascos, las torres de alta tensión y las cada día más frecuentes grúas, las zonas industriales o los mastodónticos centros comerciales... Mientras, continúa el imparable (?) avance del hormigón y el asfalto en las Islas: urbanizaciones, carreteras y todo tipo de infraestructuras: pequeñas, medianas y grandes van invadiendo y agotando el cada día más escaso suelo de nuestras Islas, nos va despojando cada vez más rápido de nuestros mejores rincones, de las mejores zonas verdes y agrícolas, de nuestras costas, degradando definitivamente los más hermosos paisajes que a tantas generaciones han enamorado y que tanta fama han dado a nuestras Islas.

"Adiós Canarias querida?" nos dice la canción de Néstor Álamo. ¿Con qué Islas se encuentra el emigrante o el turista fiel que regresa, o el que nos llega por vez primera atraído por esas imágenes -que cada día nos cuesta más encontrar- de la publicidad turística? ¿Es que se nos ha olvidado que somos pequeñas Islas, espacio limitado, acotado por el mar? Las políticas de desarrollo e infraestructuras del continente no son aplicables aquí, sólo son "pan para hoy y hambre para mañana".

Metro a metro, día a día, va desapareciendo nuestra calidad de vida, abocándonos a un mundo gris e insensible, donde cada día la prisa es mayor y el contacto humano más escaso. Sobreponernos a este pesimismo no es tarea fácil, porque cada día y en casi todos los lugares aparece una nueva mano destructora, que se encarga de recordárnoslo, cambiando árboles, flores y cultivos por grúas, camiones y palas mecánicas.

Qué lejos está de nuestra actual realidad el consejo de Catón, que Viera y Clavijo reproduce en su Diccionario de Hª Natural: "Cuando se trata de edificar, delibéralo largo tiempo; mas cuando se trata de plantar, el deliberar sería un absurdo: no te detengas, planta sin dilación; esta es una ocupación digna de un honrado vecino, es un obsequio debido a la naturaleza, y fácil de practicar." y añade Viera -hace ya más de doscientos años- " Pero, al contrario, tropezamos a cada paso unos hombres que tienen la osadía de destruir en pocos instantes la bella obra de los siglos, y el patrimonio de la posteridad, mientras no han hecho en toda su vida nada útil ni dejarán en los campos vestigios de su existencia."

Por desgracia vivimos momentos mucho más graves que en la época de Viera y sí que dejarán una huella irreversible en nuestro campo, que permanecerá debajo, sepultado, oculto por toneladas de hierro, hormigón y asfalto y que ya nunca más podrá servir para darnos alimento. ¿Por qué no se protege de manera prioritaria el suelo rústico y se apuesta y apoya de una manera clara por una agricultura diversa, sana y de calidad? ¿Se habrán preguntado alguna vez si es más importante el acumular efímero dinero que la nefasta imagen que dejarán para la historia y en la memoria de nuestros descendientes? Cada piedra, casa, árbol, cada pedazo de tierra que desaparece, lo hará para siempre y de manera irrecuperable. Así estamos perdiendo poco a poco, y cada día más rápido, nuestro paisaje, la memoria de nuestros antepasados, el legado y el trabajo de quienes nos precedieron y de quienes aún nos queda mucho que aprender.

No renunciamos al progreso, aunque todos sabemos cuáles son las prioridades que reclaman los ciudadanos, cuál es el futuro que queremos y necesitamos: Una mejor sanidad, más y mejores hospitales y atención médica y no más contaminación y desarrollismo ciego que nos lleva a lo contrario. La vida y la calidad de esa vida es lo primero, lo esencial. Y por otro lado subir el nivel de la educación, que ha descendido a unos límites desoladores, estando en los más bajos de Europa. La educación y el conocimiento de su cultura son los cimientos de un pueblo, sin los cuales éste se desmorona; las raíces que alimentan al árbol para que crezca sano y vigoroso. La educación, tan fundamental para crecer y vivir en libertad, en el respeto, el amor, la ética, la solidaridad, la cultura; significa nada más y nada menos que la formación y el futuro de nuestros hijos, ¿o no son ellos lo que más queremos y para quienes deseamos lo mejor? Si lo que buscamos es la felicidad y una vida más humana, no erremos el rumbo y retornemos al camino correcto.

Rincones es una pequeñita herramienta, como un útil de labranza, un pico y una azada, que quieren trabajar esta tierra y que se rebela contra su destrucción. Tenemos sed de todo eso y la extraordinaria acogida de Rincones lo ha demostrado. Nuestro objetivo es aportar algunas semillas e ideas que creemos pueden ayudar para mejorar nuestra calidad de vida, nuestro conocimiento y estima del lugar en el que vivimos, el reconocer en la Naturaleza a nuestra madre primigenia a la que nunca debimos abandonar, y como hijos pródigos retornar a su regazo, pues siempre estará a nuestro lado dándonos todo lo que necesitemos. Reivindicamos al árbol, a la naturaleza, a la verdad, a la sensibilidad y a la pasión, pues son la luz que nos guía y nuestra razón de ser frente a la prepotencia, el egoísmo, la ignorancia, la somnolencia y la dejadez?en las que no queremos ni caer ni participar.

Aún reivindicamos la fe en la utopía, pues bendita sea ésta que nos hace crecer y mejorar yendo hacia delante. De la ansiada utopía, nos decía el premio Nobel Hermann Hesse: "Las utopías no están ahí para realizarlas servilmente, sino para someter a discusión la posibilidad de lo difícil, pero ansiado, y para fortalecer la fe en esa posibilidad."

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