Rincones del Atlántico



El Parque Municipal de Arucas

Rafael S. Almeida Pérez – Alicia Hernández Padrón
Geógrafo - Licenciada en Historia del Arte
Fotos: Rafael S. Almeida - FEDAC - Manolín - Francisco Cruz Pérez

Un eslogan de los años setenta definía Arucas como “La ciudad de las flores”. Otro lo hacía bajo el lema “Arucas, piedra y flor”, en referencia a algunos aspectos destacados de este núcleo del norte de Gran Canaria, como su singular patrimonio arquitectónico, íntimamente vinculado a la cantería local, el verdor del “mar” de plataneras que entonces rodeaba la ciudad, en particular su fértil vega, y la frondosa impronta que aún hoy confiere a su casco histórico uno de los jardines más notorios del archipiélago: el Parque Municipal o Parque de Gourié.

Este espacio ajardinado, cuyo origen se remonta a la época del Mayorazgo de Arucas, constituye en la actualidad un auténtico pulmón verde, el cual, con el telón de fondo del océano Atlántico y la montaña que lleva el nombre de la localidad, atrae los pasos de visitantes y residentes que buscan el frescor de este bello rincón de la ciudad. Junto a su riqueza floral, en él destacan elementos de singular interés arquitectónico y etnográfico, como la antigua casa y jardín de Gourié, los muros de cantería, la red hidráulica, con sus cantoneras y fuentes, etc. En realidad se trata de uno de los lugares más entrañables del centro histórico de Arucas, en donde se entremezclan las funciones de recreo, culturales, paisajísticas, ambientales y de conservación, ya que reúne un importante número de especies botánicas autóctonas y exóticas de gran valor ornamental.

Breve reseña histórica: el mayorazgo de arucas y los orígenes del jardín

Es difícil precisar en el tiempo el origen de los jardines que conforman el actual Parque Municipal, aunque sin duda han debido estar muy ligados al devenir histórico del antiguo Mayorazgo de esta localidad, fundado en 1572 por Pedro Cerón y Sofía de Santa Gadea, entre cuyos bienes, extendidos por gran parte de Arucas y Firgas, se encontraban estos terrenos. Dicho matrimonio no tuvo descendencia. Por azar de las posteriores vinculaciones matrimoniales, las numerosas posesiones del mismo fueron a parar a familias extrañas a Gran Canaria y radicadas en Italia. A título de curiosidad cabe decir que el primer propietario italiano (milanés) del mayorazgo fue D. Gaspar de Téves y Guzmán, Cerón de Santa Gadea, Marqués de la Fuente y Conde de Benazusa, allá por el año 1647.

A principios del siglo XIX, por iniciativa del entonces administrador de esta propiedad vinculada D. Pedro Alcántara Déniz Miranda, y secundado por la dueña Dña. María Luisa Castelli, se construyó la Casa del Mayorazgo, actualmente reconvertida en museo municipal. A raíz de la ley desamortizadora de Madoz se liquidó el Mayorazgo en 1859, siendo sus compradores D. Alfonso Gourié Álvarez y D. Bruno González Castellano. La casa y los terrenos circundantes fueron adquiridos por el primero de ellos, siendo heredados tras su muerte por sus hijos Francisco y Mª del Rosario Gourié Marrero y posteriormente por los descendientes de ésta última, la familia de Armas Gourié.

Los jardines son seguramente anteriores a la casa del Mayorazgo. De entre sus árboles destacan algunos pies viejos de barbusano (Apollonias barbujana) y de til canario (Ocotea foetens), mostrando estos últimos chupones muy desarrollados que rodean el tronco principal completamente seco o el hueco dejado por aquél. A tal respecto D. Francisco Cruz Pérez, jardinero municipal, ya jubilado, recuerda que cuando comenzó a trabajar en el parque, en el año 1948, “la madre de algunos tiles ya estaba muerta”.

La casona del Mayorazgo por su parte mantiene los principios arquitectónicos de la casa canaria, aunque con ciertos diseños que anuncian la llegada de las corrientes clásicas, así como elementos cultos que reflejan el estatus social de sus antiguos propietarios. En planta conforma un volumen rectangular con techumbre a cuatro aguas en torno a un patio central. Su lado norte se prolonga hacia poniente generando una planta en L. El conjunto se completa con otro pequeño volumen de una planta (antiguas cocheras) y un gran patio de servicios anexos ambos al edificio principal.

Delante de la fachada norte de la casa se ubica el Jardín de Gourié, aunque tal denominación terminó aplicándose a toda la propiedad. Éste se caracteriza por su ordenación geométrica sobre cuatro ejes y fuente de cantería en la intersección, siguiendo los principios estilísticos del jardín afrancesado. También sobresale la instalación de cenadores y un mirador. A los lados de los ejes y rodeando la fuente crecen cuatro cipreses, quedando el conjunto rodeado de una pradera de césped antaño cerrada por un alto seto. A su alrededor crecen diversas especies arbóreas y arbustivas en su mayoría foráneas.

Los comienzos del parque municipal

La adquisición municipal del Jardín de Gourié constituyó un largo proceso de actuaciones y de negociaciones por parte del Ayuntamiento con sus antiguos propietarios. Tal proceso se prolongó treinta años, entre 1946 y 1976, y se materializó mediante sucesivas operaciones de compra. Así, en la sesión extraordinaria de 23 de abril de 1946 la Corporación municipal, presidida por el alcalde José Henríquez Pitti, aprobó el proyecto del ingeniero José Luis Jiménez relativo a la urbanización parcial del casco de Arucas en la zona conocida por “Jardín de Gourié”, teniendo por objeto la conservación de dicha zona con destino a parque municipal, así como el edificio que en él existe y que será destinado a fines públicos. El 31 de octubre de aquel año el proyecto fue aprobado definitivamente y declarado de utilidad pública.

En la sesión de 30 de marzo de 1948 el pleno informó de la expropiación de dos parcelas de 660 y 482 metros cuadrados, propiedad de la viuda e hijos de Severino de Armas Gourié, por importe de 23.525 pesetas. En la sesión de 4 de abril la Corporación, accediendo a la oferta de los propietarios para evitar la continuación de las expropiaciones, acordó comprar el resto de sus terrenos por el precio de 167.474 pesetas, siendo la superficie total de las parcelas adquiridas de 4.699 metros cuadrados. De este modo, la principal zona arbolada de los jardines de la familia Armas, el sector lindante con la calle Francisco Gourié y antigua carretera del Norte, pasaba a dominio público, incluidos los terrenos donde habría de construirse a mediados de los años sesenta la planta baja del parque. El 23 de junio de 1948 el párroco Francisco Hidalgo bendijo los jardines recién comprados, convertidos ahora en Jardín Municipal, y se procedió a la inauguración del recinto.

La época de mayor esplendor del parque se alcanzó durante los años sesenta y primera mitad de los setenta, durante el mandato del alcalde Francisco Ferrera Rosales. En sesión de 24 de enero de 1964, el Ayuntamiento bajo su presidencia acordó realizar, con carácter de urgencia, la pavimentación y reforma de la parte baja del jardín conforme a unos planos elaborados por la oficina técnica y aprobados en el mes de noviembre. Tras subasta pública, las obras se adjudicaron por valor de 230.000 pesetas, aunque finalmente fueron ejecutadas por un importe superior al millón de pesetas. La pavimentación fue realizada con “terrazo”, a imitación del empleado en aquellos años en los jardines de Alicante y en las playas de Copacabana, en Río de Janeiro.

Entre 1970 y 1976 el Ayuntamiento negoció diversas operaciones de compra con los distintos herederos de la familia Armas con el fin de adquirir toda la propiedad. En 1970 y 1971 fueron compradas dos parcelas que aumentaron notablemente el parque público y una parte de la casa de Gourié. La superficie de los terrenos era de 3.349 metros cuadrados, siendo adquiridos a María Luisa y María Cristina Ferrer de Armas por un total de 15.173.000 pesetas. Finalmente en la sesión de 1 de septiembre de 1976, la Corporación, presidida por el alcalde Manuel Pérez y Pérez, aprobó la compra del resto de la casa y del jardín anexo a su fachada norte, el Jardín de Gourié propiamente dicho, a su propietaria María Isabel Ferrer de Armas por importe de 14.200.000 pesetas. Culminaba así la adquisición municipal de toda la propiedad, la cual configura al actual Parque Municipal.

El patrimonio botánico y etnográfico

Con sus aproximadamente 10.000 metros cuadrados, el Parque Municipal de Arucas constituye un auténtico jardín botánico que reúne unas doscientas plantas ornamentales de todo el mundo, incluyendo además varias especies de la flora autóctona canaria. En él se combinan dos estilos de jardinería: el inglés, caracterizado por las zonas arboladas, y el versallesco, con sus estanques y parterres que dibujan diversas formas geométricas. Asímismo, alberga un interesante patrimonio etnográfico constituido por la mansión de Gourié, la portada principal de acceso a la misma, los muros de cierre de los jardines y la red hidráulica que atraviesa todo el recinto, destacando la Cantonera Real o del Reparto, la Acequia de San Juan y la Fuente del Pilar.

A nivel botánico destacan diversos árboles ornamentales procedentes de varios continentes: alcanforero (Cinnamomun camphora), araucarias (Araucaria bidwillii, A. heterophylla), árbol candil (Aleurites moluccana), árbol coral (Erythrina caffra), árbol del jabón (Sapindus saponaria), árbol fucsia (Schotia latifolia, S. brachypetala), jacaranda (Jacaranda ovalifolia), kauri (Aghatis australis), palo borracho (Chorisia speciosa), magnolia (Magnolia grandiflora), pitosporo (Pittosporum tobira), piña guayaba (Feijoa sellowiana), roble blanco (Tabebuia pentaphylla), tipuana (Tipuana tipu), así como varias palmeras (Washingtonia robusta, Roystonea regia, Arecastrum romanzoffianum, Archontophoenix cunninghamiana). Asimismo sobresalen numerosos arbustos y plantas: capa de la reina (Ligularia tussilaginea), hortensia (Hydrangea hortensia), agapanto (Agapanthus africanus), dombeya (Dombeya wallichii), flor de gofio (Cassia didymobotrya), esqueleto (Monstera deliciosa), clivia (Clivia nobilis), glicinia (Wisteria sinensis), formio (Phormium tenax), bambú (Bambusa vulgaris), etc. Entre las especies autóctonas encontramos dragos (Dracaena draco), palmera canaria (Phoenix canariensis), pino canario (Pinus canariensis), retama blanca (Retama monosperma), bencomia (Bencomia caudata), til, barbusano y muchas otras.

Misceláneas: hechos y estampas del ayer

- La Fuente del Pilar: A mediados de la década de 1860 el agua potable difícilmente llegaba a la entonces Villa de Arucas, al estar repartida en distintos heredamientos. Los vecinos por lo general la cogían directamente de la acequia Real y de la de San Juan, con el consiguiente riesgo para la salud. Ante tales antecedentes D. Alfonso Gourié determinó donar las aguas de la denominada “Fuente del Hierro”, de su propiedad, para uso público, estando ésta localizada a más de un kilómetro del casco. El Ayuntamiento, tras aceptar ciertas condiciones del donante, encargó el proyecto de canalización a Pedro Maffiotte, Ayudante 1º de Obras Públicas y Director de Caminos Vecinales, quien lo concluyó en abril de 1864. El proyecto chocó con la oposición de los vecinos del Cerrillo y La Goleta, quienes acudían a dicho naciente para proveerse de agua, y con la negativa de algunos propietarios a que la canalización cruzara sus predios. Por fin las obras comenzaron en septiembre de 1866, quedando pronto paralizadas al comprobarse ciertos defectos en la tubería. Los trabajos se reanudaron a principios de 1867, prolongándose los mismos nada menos que siete años. En 1874 y según lo estipulado en las condiciones impuestas por Alfonso Gourié, el pilar se instaló en la calle de San Pedro (hoy calle Barranquillo), por donde empezó a discurrir el agua por sus tres caños.

- La caldera de la azucarera de San Pedro: El domingo 13 de enero de 1884 los vecinos de Arucas y una muchedumbre de curiosos venidos de otros pueblos asistían, perplejos, a la llegada a la Villa de un convoy compuesto de numerosas carretas tiradas por mulos y otras por yuntas de bueyes, que trasportaban parte de la maquinaria traída de Inglaterra con destino a la fábrica azucarera que D. Alfonso Gourié estaba terminando de montar en las afueras del casco, en el lugar conocido como Era de San Pedro. De entre todas las piezas la que produjo mayor asombro fue una de las tres grandes calderas generadoras de vapor, de siete toneladas de peso, que venía sobre un gran carretón traído expresamente de aquel país para transportarla y que iba tirado por cinco yuntas de bueyes, relevadas continuamente por otras tantas en el trayecto desde el muelle de la Luz hasta Arucas. El fotógrafo aruquense Luis Ojeda Pérez captó tal evento. Mudos testigos del acontecimiento fueron también los tiles, las magnolias y demás árboles del Jardín de Gourié, varios de los cuales probablemente rindieron su pequeño tributo en forma de ramas y gajos tronchados al pasar junto a ellos la gran caldera.

- La punta de la araucaria: En los duros años de la posguerra, a mediado de los cuarenta, la tranquilidad de los habitantes de Arucas se veía alterada de tarde en tarde por las acrobacias aéreas de uno de los hijos de “la furriela”, apelativo con que era conocida localmente la entonces dueña principal de la casa y del jardín, M.ª Ángeles de Armas Gourié. El piloto militar Alfonso Ferrer de Armas solía sobrevolar a baja altura el casco de la ciudad y el jardín familiar, realizando picados y piruetas ante los atónitos ojos del vecindario. En una ocasión, en un exceso de confianza, el ala de su avión seccionó la punta de la araucaria de Bidwill (Araucaria bidwillii) que aún hoy crece en la entrada al parque del cruce de la Heredad. En 1947 murió Alfonso Ferrer al caer al mar su avión mientras volaba a la Península. Los restos del aparato y su tripulación nunca aparecieron. Sin embargo, muchos aruquenses todavía recuerdan el curioso suceso que tuvo como protagonistas al infortunado aviador y a la despuntada araucaria.

- Las flores de mundo: En los años sesenta y setenta uno de los principales atractivos del parque era el espectacular macizo de hortensias que había delante de la escalera que da acceso a la planta baja. En alusión al mismo, el cronista oficial de la ciudad en aquellos años, D. Juan Zamora Sánchez, redactó esta simpática descripción: (…) Entre las cosas que llaman más poderosamente la atención de la gente está el parterre plantado de la vulgarmente llamada “flor de mundo”, colocado entre las dos escaleras que unen el plano superior del jardín con el inferior, y que ha batido el récord de las fotografías, pudiéndose asegurar que no hay un solo turista que no aplique el objetivo de su cámara fotográfica para llevarse un recuerdo de tan magnífica y espléndida floración.

- La elección de Miss España 1965: Dicho certamen se celebró el 21 de mayo. Para tal evento el escenario se instaló en el espacio donde se encontraban las flores de mundo. En palabras del citado cronista D. Juan Zamora: (…) La presentación de las embajadoras de la belleza estuvo a cargo del prestigioso periodista y elocuente locutor Tico Medina. Como colofón, actuó el ballet “Los Soberanos”; el conjunto de baile español “Solera de España” (…), el divo de la canción moderna Raimond; y las mundialmente aplaudidas Hermanas Benítez.

- “Francisquito el jardinero”: A D. Francisco Cruz Pérez (“Francisquito”) le llegó la jubilación el 31 de octubre de 1992. Atrás quedaban cuarenta y cinco años de dedicación como jardinero municipal. A sus 78 años nos cuenta que en febrero de 1948 empezó como peón limpiando los jardines recién adquiridos por el Ayuntamiento, cobrando siete pesetas de jornal. Luego, en 1951, pasó a la categoría de oficial primero. Por entonces el parque sólo ocupaba la parte alta, dando a la calle Francisco Gourié y a la carretera del Norte. En los años sesenta y setenta, él y el jardinero mayor del ayuntamiento capitalino D. Juan González García, contratado como asesor por la Corporación local, trabajaron duro para multiplicar el número de especies de unos jardines en continua expansión. Recuerda que las famosas “flores de mundo” se trajeron del barranco de la Virgen, de la finca que la familia Barbosa tenía en aquel lugar, yendo a buscarlas a pie porque el Ayuntamiento no disponía de transporte. Que por tal razón debía acudir andando a los jardines municipales que tenía a su cuidado. Y que a comienzos de los setenta fue cuando la Corporación contrató algunos peones que quedaron a su cargo. Tampoco olvida a los guardianes del parque, muy conocidos, como “Ezequielito” y Salvador Dávila “el manco”, cuyo oficio de pirotécnico le ocasionó un accidente que le costó una mano en una explosión.

Presente y futuro del parque

Si los años sesenta y setenta del pasado siglo constituyeron la época de mayor auge del parque, desde los años ochenta éste atraviesa un largo periodo de estancamiento o incluso de decadencia en determinados momentos. Durante un tiempo a la desidia institucional se unió el uso indebido de este espacio público por parte de individuos que, además de causar importantes daños, provocaron que la ciudadanía terminara rehuyendo del mismo. La situación llegó a tal punto que en 1989 la Corporación decidió vallar el recinto para evitar los continuos destrozos y la creciente marginalidad. La medida, pese a estar justificada, constituyó un auténtico desacierto por el tipo de valla empleado, lo que motivó que en 1992 la Entidad municipal retirara el polémico cierre.

Otro problema que ha venido incidiendo negativamente en la “salud” del parque lo constituye el agua de riego, pues desde hace muchos años se utiliza agua de abasto cuya elevada salinidad perjudica a la mayoría de las plantas, mostrando éstas diversos síntomas perceptibles a simple vista: puntas de las hojas quemadas, clorosis foliar, desarrollo deficiente, etc. En general, la vegetación presenta un aspecto algo mustio, el cual contrasta bastante con la exuberante vitalidad y lozanía que exhibía antaño. La situación resulta cuanto menos paradójica, por cuanto que la acequia de la Heredad atraviesa todo el recinto, discurriendo por ella un agua de excelente calidad.

Cabe comentar que desde los años noventa hasta hoy se han realizado trabajos de restauración vegetal, instalación eléctrica, riego por goteo, arreglo de muros, instalación del parque infantil, etc. Sin embargo estas mejoras se han visto deslucidas por actos vandálicos intermitentes, por lo que la necesidad del cerramiento del recinto ha sido contemplada en varios informes realizados por técnicos municipales. Actualmente el Ayuntamiento pretende restaurar el tramo superior del parque, en bastante mal estado de conservación. En tal sentido la Concejalía de Patrimonio Histórico ha encargado la realización de un proyecto cuyo objetivo es recuperar la vegetación y mejorar las infraestructuras respetando los elementos preexistentes, así como acometer el cerramiento del parque tomando como referencia la antigua verja.

Este proyecto podría constituir el punto de partida para su definitivo relanzamiento, en un momento además, en el que el Centro Histórico es objeto de importantes reformas. Pero no bastarán sólo las intervenciones parciales y puramente técnicas. Para su completa recuperación o incluso para su futura y deseable ampliación es necesario implicar a la ciudadanía, promoviendo campañas de concienciación e impulsando ideas imaginativas que contribuyan a convertirlo en un lugar atractivo y adaptado a los nuevos tiempos. Por supuesto corresponde al Ayuntamiento realizar todos los esfuerzos encaminados a tal fin, evitando los planteamientos de mero oportunismo político o las consabidas declaraciones de intenciones. Se trata ni más ni menos que de procurar los medios económicos necesarios que permitan dotarlo de personal e instalaciones adecuadas, tanto culturales como de esparcimiento. Al menos así lo exige el encomiable empeño y el esfuerzo que la Entidad municipal asumió en el pasado, lo cual posibilitó que Arucas cuente con uno de los jardines públicos más destacados del Archipiélago.

Agradecimientos

Nuestro agradecimiento a D. Francisco Cruz Pérez (“Francisquito”), D. Mauricio Falcón Rodríguez, D. Manuel Santana Pérez (“Manolín”) y D. Manuel Marrero Ferrer


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