Rincones del Atlántico

La salud del hábitat

Toni Marín

La Geobiología o Cosmogeobiología, también denominada “Medicina del Hábitat”, es una ciencia reciente que estudia los efectos nocivos que sobre el ser humano, ejercen cierto tipo de energías, aportando fórmulas para protegerse de ellas. Nacida con el propósito de ser un puente entre unos conocimientos intuitivos ancestrales -frecuentemente olvidados y perdidos en la historia- y las más recientes investigaciones científicas, establece una relación directa entre los lugares habitados y las dolencias más habituales. El experto en geobiología comprueba día a día, a través de trabajos de prospección, que el lugar en el que vivimos, dormimos o trabajamos tiene una gran incidencia sobre nuestra salud.

El nombre de geobiología es reciente, pues las primeras experiencias rigurosamente científicas datan de 1929, en que el barón Von Phol en la ciudad alemana de Vilsbiburt, realizó una experiencia que resultó decisiva y abrió el campo a posteriores investigaciones. Por un lado un grupo de radiestesistas determinó las zonas patógenas debidas a corrientes de agua subterránea, dibujándolas sobre un plano de la localidad; por otro lado un grupo de médicos marcaron sobre otro plano, la ubicación de las camas de todas las personas fallecidas de cáncer durante un periodo de tiempo suficiente para que el estudio tuviese valor estadístico. Pues bien al superponer los dos planos realizados con absoluta independencia, se llegó a la sorprendente conclusión de que todos los casos de cáncer se habían producido sobre zonas patógenas.

Campo Electromagnético Natural: Las Alteraciones Telúricas

De la tierra emana una complejísima radiación constituida, de una parte, por las energías telúricas y electromagnéticas propias del planeta y, de otra, por las energías y radiaciones cósmicas que él refleja o refracta. Como nos enseña la acupuntura, el cuerpo humano está recorrido por meridianos energéticos y tiene unos puntos de fuga, así como unos núcleos o centros energéticos que la mística oriental denomina Chacras. De igual forma la tierra posee redes energéticas, con unos puntos de emanación más fuertes que otros, ciertas zonas geográficas que podrían considerarse focos energéticos. En la tierra observamos el fenómeno de absorción, almacenamiento y transporte de energía, relacionado directamente con la climatología, las corriente oceánicas, los cambios estacionales, las mareas, etc. que se caracterizan por su uniformidad y equilibrio, es decir, unos con otros se compensan: este es el equilibrio que ha hecho posible la vida en la tierra. La existencia de equilibrio a gran escala -aunque ahora esté muy alterado por la acción del hombre- no excluye los desequilibrios locales. Los desequilibrios energéticos que se originan en el interior de la tierra abren cauces por los que corren las energías sobrantes: las fallas geológicas o las venas de agua subterránea no son sino manifestaciones de ello. Todos estos accidentes geológicos constituyen, por un lado, el testimonio de desequilibrios pasados, pero así mismo componen una extensa red venosa en el interior de la corteza terrestre por la que discurren sus excedentes energéticos. Estos excedentes energéticos pueden también acumularse en puntos concretos originando grandes movimientos: volcanes en erupción, terremotos... cuando la tensión sobrepasa un punto, con estas acciones se restablece el equilibrio roto... Pero lo más habitual es que se manifiesten al exterior, en líneas o zonas de fugas energéticas, de efectos sensibles en la superficie terrestre, en forma de radiaciones geopatógenas o emanaciones de gases -a veces radiactivos como el radón- originando perturbaciones de todo género. La conclusión a todo esto es que no es nada recomendable permanecer encima de esta “red circulatoria” terrestre, difícilmente tolerada por el ser humano. Este exceso energético provocado por la sobre exposición a las energías telúricas o geopatógenas es liberado por el organismo humano de muy diversas formas. Generalmente la hiperactividad y el nerviosismo son las más corrientes, por contra, las personas más tranquilas -que no exteriorizan su tensión o no la descargan -suelen verse afectadas por dolencias internas más o menos graves.

Red Hartmann

Nuestro planeta se comporta como un gigantesco imán cuyos polos coinciden sólo aproximadamente con los geográficos y además cambian de posición e incluso de polaridad en el transcurso de los siglos, hace 500.000 años la aguja de una brújula habría señalado el polo sur. Podemos concebir las líneas HARTMANN como paredes de energía emanadas del subsuelo o de la superficie terrestre. Su existencia se detecta a más de 2.000 m de altura. Estas líneas recorren en paralelo la dirección norte-sur y este-oeste. Su intensidad y densidad son muy variables. Suelen tener 21 cm de espesor y su disposición paralela es con intervalos de 2,5 m en las orientadas norte-sur y de unos 2 m en las orientadas este-oeste. La energía que emana de estas líneas es variable según las horas del día y los cambios atmosféricos: cuando una persona atraviesa una línea HARTMANN se modifica su resistencia eléctrica. De todas maneras se trata de una alteración mínima que por si sola, no puede ser causa de efectos de consideración. Podemos decir que los seres vivos estamos adaptados a ellas y las toleramos bien. Esto suponiendo que estemos energéticamente sanos. La variación comienza a ser más intensa en los cruces de las líneas HARTMANN, los cruces H, en cuya vertical las radiaciones se duplican. Habitualmente descubrimos que estos cruces son los responsables de la mayoría de problemas y enfermedades padecidas, sobre todo si, para colmo, se superponen a las otras clases de perturbaciones.

Venas de agua subterráneas

La fricción del agua contra las rocas o paredes por las que circula, crea unas débiles corrientes energéticas que remontan en vertical y que se detectan a nivel del suelo, como variaciones de la radiación electromagnética, provocando entre otras cosas, la ionización del aire. Esto es posible medirlo hoy con modernísimos instrumentos, pero el zahorí es capaz de percibirla tan sólo con el auxilio de una sensibilidad particularmente desarrollada. Estas venas de agua son responsables de la humedad que asciende a veces, por las paredes de las viviendas, creando evidentes condiciones de insalubridad.

Fallas geológicas

Es a través de las fisuras geológicas o grietas, que tienen lugar las mayores emanaciones de radiaciones telúricas o incluso de gases del subsuelo, creando en su vertical unas condiciones altamente perjudiciales para la vida. Este hecho repercute en las construcciones allí ubicadas, puesto que las energías telúricas remontando verticalmente, tienden a escindir los materiales que encuentran a su paso para fluir con mayor facilidad...

La contaminación electromagnética artificial (CEM)

E1 paso de una corriente, aun siendo muy débil, modifica ciertas sustancias. Toda corriente eléctrica produce un campo electromagnético, es decir, da origen a una ondas que sólo se diferencian unas de otras por la frecuencia de su oscilación: la luz, las radiaciones infrarrojas, las ondas de radio, las microondas, los rayos X... La actividad y funcionamiento armónico de las células está unido a fenómenos oscilatorios de frecuencia, cuyo desarreglo o interferencia por parte de otros semejantes pero de distinta frecuencia, pueden traducirse en enfermedad. Está fuera de toda duda que sobre el hombre, influyen todas las alteraciones electromagnéticas que producen los aparatos eléctricos que usa, así como las redes de energía eléctrica y las emisiones de ondas electromagnéticas que lanzan incesantemente al espacio las emisoras de radio y TV, radar, etc. El problema radica en que los informes que exponen y demuestran este problema y los intereses de las grandes compañías eléctricas y de telecomunicaciones, están enfrentados y eso se traduce en hacer todo lo posible, por parte de estas compañías, en ocultar el problema. Las causas de CEM en las viviendas o en los lugares de trabajo son múltiples: radio despertador, ordenadores, TV, líneas de alta tensión, teléfonos móviles, microondas, radares y un largo etc.

¿Qué podemos hacer?

El alejamiento de estos lugares es, quizás, la mejor protección contra la emisión de CEM y alteraciones telúricas. Si se sospecha que nuestra zona de descanso o lugar de trabajo pueda estar influenciada por un CEM o alteración telúrica lo más efectivo es cambiar de lugar. Al ser la intensidad exponencial, se reduce drásticamente sus efectos a cada metro que nos alejamos y en el caso de las alteraciones telúricas basta, en muchos casos apartarse unos cuantos centímetros.


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