Arquitectura y Paisaje. Tomo II: Texto de presentación

PRESENTACIÓN

Del árbol antiguo arrancado por el viento

nunca se vio el final de sus raíces;

eran como una esperanza grande,

y destruida.

José Jiménez Lozano1

Queridos/as amigos y amigas de Rincones del Atlántico:

Gracias por seguir ahí, por la espera, por la paciencia y la confianza en que al final este día llegaría y tendrían en sus manos este nuevo ejemplar de Rincones. Esperamos que les guste y que el tiempo empleado haya merecido la pena.

El proyecto inicial de este número de Rincones del Atlántico, la segunda parte de Arquitectura y Paisaje, preveía un solo volumen, pero al ir construyéndolo capítulo por capítulo ha crecido más de lo esperado y ha pasado a tener alrededor de 900 páginas, por lo que de nuevo hemos tenido que dividirlo en dos volúmenes (tomo II y tomo III).

La razón principal de este incremento de páginas, además de la gran cantidad de fotografías que habíamos preseleccionado y que ya habían hecho crecer mucho a los artículos, fue la decisión de incluir dentro del tomo las fotografías de “Ayer y hoy”, que son una comparativa de imágenes antiguas y actuales en las que podemos ver la transformación de nuestros caseríos y pueblos al cabo de 50, 80 o incluso más de 120 años. Teníamos la idea de hacer más adelante un libro dedicado a la transformación del territorio de las islas con fotografías aéreas y con estas fotos comparativas, pero después de incluir algunas de estas imágenes, pensamos que añadir al final de cada isla un amplio número de ellas sería un buen complemento a este “catálogo” de arquitectura tradicional, aportando además un mayor atractivo e interés. Así que decidimos incluir este material dentro de estos dos tomos de Arquitectura y Paisaje, lo que nos ha llevado a tener que realizar la mayoría de las fotografías actuales de la comparativa. Esto ha sido posible gracias a la ayuda inestimable de los amigos que nos acompañaron a localizar muchos de los lugares y a los que nos ayudaron realizando las fotografías en sus islas o comarcas cercanas, como Stephan Scholz en Fuerteventura, Sixto Sánchez Perera en El Hierro, Marcos Bello García en el sur de Tenerife o Arnoldo Santos Guerra en La Palma y en el noreste de Tenerife. Este último amigo, haciendo honor a sus apellidos, no sólo ha estado involucrado desde el principio, sino que ha sido un puntal imprescindible en los últimos meses, participando, además de con sus fotografías, también en las correcciones, localizaciones, preparación de los mapas, apoyo moral, etc.

No ha sido siempre posible realizar la nueva fotografía desde el lugar en el que el primer fotógrafo puso su cámara, pues, o bien el cemento ha ocupado ese mismo sitio, o edificaciones, árboles, etc. tapaban la vista y nos exigían desplazarnos hasta un punto, lo más cercano posible, que tuviese mejor visibilidad. Tuvimos que localizar el pueblo o paraje que correspondía a muchas de las fotografías antiguas que estaban sin identificar, y aun así nos quedaron unas pocas por encontrar (páginas 278, 286 abajo derecha o 302 abajo); les animamos a buscarlos y si los encuentran los publicaremos en el próximo número junto a la fe de erratas de los tomos I y II. Igualmente les agradeceríamos que nos indicasen si observaran algún error en las localizaciones de otras fotos, lo cual es posible porque son cerca de dos mil fotografías.

En los pies de fotos aparece, después de la ubicación de cada una de las fotografías, el municipio al que pertenece ese lugar, lo que no quiere decir, obviamente, que esté en el núcleo de la cabecera municipal; en los mapas, al final de cada artículo, se puede localizar la situación de los principales lugares y caseríos mencionados.

Debido a estos cambios y aportaciones, al incrementarse en un 60 % el número de páginas y tener que hacer dos encuadernaciones, se elevó bastante el nuevo presupuesto, lo que hizo imposible sacar los dos tomos a la vez. Por ello determinamos que lo más sensato sería sacar primero uno y el otro algo más tarde, cuando acabásemos de pagar el primero.

¿Cómo dividir el libro en dos partes? Una división aleatoria, basada únicamente en incluir los capítulos terminados, resultaría algo desorganizado, así que decidimos hacer una división geográfica. Por una mera razón práctica resolvimos empezar por las islas occidentales que ya estaban casi terminadas. Por tanto, este tomo II abarcará la información sobre El Hierro, La Gomera, La Palma, Tenerife y las haciendas occidentales; y el III se ocupará de Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote, las haciendas orientales y el capítulo final que recogerá una amplísima bibliografía sobre arquitectura canaria.

La idea es que el tomo III vea la luz a finales de este año 2014 (debido al tiempo que en estos momentos debemos dedicar a la promoción y venta del tomo II, esperamos publicar el tomo III en el otoño de 2015). Por ello, la campaña de suscripción y micromecenazgo (crowdfunding) ha sido reformulada con los nuevos cambios para las personas que quieran seguir apoyando el proyecto y terminará cuando publiquemos el tomo III. Para conocer las distintas opciones y las ventajas que se obtienen al participar en ella, pueden consultar la información en nuestra página web: www.rinconesdelatlantico.com.

Nos gusta este sistema de patrocinio, comunitario, transparente y de cooperación y apoyo mutuo, que permite que muchos sueños y proyectos puedan hacerse realidad, beneficiándonos todos, en una sociedad en la que se incentiva lo contrario: el individualismo, la opacidad, la codicia, la insolidaridad… De forma parecida, a través de suscripciones y gracias al apoyo de muchas personas, en los siglos XIX y XX numerosas publicaciones pudieron ver la luz. Este fue el caso de la primera edición del Diccionario de historia natural de las islas Canarias de Viera y Clavijo, de la Historia natural de las islas Canarias de Webb y Berthelot, y de tantos periódicos y revistas que admiramos y que nos han precedido. Con la cooperación y la ayuda mutua, nuestros antepasados, protagonistas de este libro, lograron sobrevivir en tiempos de escasez y también progresar en épocas mejores. Nosotros hemos querido seguir su ejemplo, pues creemos en la gran energía transformadora de la solidaridad humana.

Ya habrán visto en las páginas anteriores la lista de los agradecimientos. Sin el apoyo y la colaboración de todas estas personas, empresas y entidades, estos dos tomos nunca hubieran podido ver la luz. Aunque nos gustaría poder nombrar de nuevo a todas individualmente y contar aquí lo importante que ha sido la ayuda de cada una de ellas, el limitado espacio de estas dos páginas no nos lo permite. Sin embargo, no podemos dejar de agradecer especialmente el trabajo realizado por los autores de los textos: Sixto, Ruth, Ana, Lourdes y Jesús por el compromiso, la paciencia y el coraje que han tenido para involucrarse en un estudio que en estos días –que no son los mejores para la investigación– no despierta amores ni pasiones. Sus artículos han sido el hilo conductor y la estructura imprescindible para poder construir sobre ellos esta obra.

Al equipo técnico: maquetadoras, informático, corrector, consejo asesor, personal de la imprenta… por su dedicación y por el trabajo bien hecho.

A quienes nos acogieron en sus casas, y a quienes nos acompañaron y guiaron por caseríos, comarcas e islas para juntos descubrir singulares construcciones y bellos lugares, muchos abandonados o transformados por el cambio radical de la forma de vida en los últimos 40 años.

A los amigos fotógrafos, coleccionistas, archiveros, etc., que con gran generosidad han aportado tantas imágenes preciosas e indispensables.

A Leví García Romero, que nos ayudó con los primeros borradores de los mapas, y a Juan Israel García Cruz, que realizó los definitivos dedicándoles muchas horas de trabajo.

Agradecemos a todas y a todos la confianza y la paciencia que han tenido, y muy especialmente al montón de amigos y amigas que han colaborado en todos los sentidos: en la campaña, como mecenas-suscriptores, difundiéndola, asesorándonos, aportando las recompensas para la misma. A los pintores y amigos: Santiago Alemán, Imeldo Bello, Cristóbal Garrido, y una especial mención a Miguel González, que también hizo de guía, consejero, anfitrión, y nos donó varias de sus preciosas acuarelas, algunas de las cuales adornan las página de este libro. A las empresas colaboradoras: Deranet Hosting, Calimadigital, Patea Tus Montes, Bioenergysolar Los Realejos y Hoya del Navío, por su generosa colaboración en la campaña. A los organismos y empresas copatrocinadoras: Cabildo de Tenerife, Cabildo de Lanzarote, TBN. Ingeniería de Mantenimiento Industrial, Fundación Diego de Sagredo, Hotel Hacienda de Abajo, Las Casas del Camino Real, por su apoyo y confianza.

Y finalmente, gracias a ustedes, queridos/as lectores y lectoras, que tienen este libro en sus manos y a quienes va dirigido. Esperamos y deseamos que les guste y que disfruten de él. Como les hemos contado, ha sido hecho entre muchas personas, con amor, pasión, trabajo, tiempo, ¡cuánto tiempo, trabajo, pasión y amor de tantas generaciones que nos han precedido guarda entre sus páginas! Un pequeño cofre de papel que encierra una gran cantidad de tesoros, muchos de los cuales ya no volveremos a ver (excepto en fotos), ni a tocar, ni a disfrutar. Y al que se le ha pegado algo del maravilloso trabajo artesano que realizaron nuestros antepasados.

Podríamos haber seguido indefinidamente mejorándolo y enriqueciéndolo, pues se queda fuera mucho material y también rincones por visitar, pero entonces nunca lo habríamos terminado; había que parar en algún momento y dejar que saliera. Lo hemos hecho lo mejor que hemos sabido y podido, con nuestra mejor voluntad y empeño. Era un reto y una responsabilidad hacerlo y mostrarlo dignamente: los protagonistas son nuestros antecesores y el mérito es suyo. Ellos nos legaron este precioso patrimonio, fruto de la tradición, del buen gusto y del conocimiento que generación tras generación se fueron transmitiendo. Nosotros sólo queremos mostrar una pequeña parte de ese pasado para aprender un poco de él y así conocernos, saber quiénes somos, de dónde venimos, y recibir un poco de esa savia antes de que nos arranquen definitivamente de nuestras raíces.

Sobre la tierra, húmeda y oscura del camino sombrío,

las huellas de mis pasos apenas dejan marcas.

La hierba que crece entre los adoquines

se levanta de nuevo detrás de las pisadas.

El olor de las bodegas, que impregnaba hasta las piedras de la calle,

no volverá a confortar a mis sentidos.

 

Ya nadie desgasta las lozas del patio ni cruje la blanca madera del

corredor.

Las cristaleras de colores, escondite de sueños infantiles,

ya no reflejan en la sala la calidez naranja de sus rombos;

ni el leve susurro de las helechas acaricia el aire del patio vacío.

Algunas viejas revistas, rotas y carcomidas, en el fondo del baúl,

medio abierto y cubierto del polvo que cae del techo del sobrado.

 

Desde la galería del granero contemplo los tejados,

tejados de crepúsculo, que el sol ha iluminado cada día,

y que ahora la sombra cubre con su manto oscuro.

Mientras, unos gorriones regresan al nido, entre las tejas,

y una joven lechuza, que comienza su jornada, los sobrevuela.

Arquitectura que se genera en la colectividad, que es expresión unitaria del grupo social, la casa es también la muestra más visible y numerosa de la cultura popular, la que domina en el medio natural y redefine el paisaje.

En los edificios insulares asombra la adecuación al ambiente físico, el diálogo respetuoso con el entorno que proporciona la subsistencia. […] Algunos reductos, pocos ya, mantienen aún esa armonía entre el medio físico y el cultural, entre civilización y naturaleza”2.

La manera más efectiva de destruir el sentido de identidad de los pueblos es borrar el pasado, desmantelar y fragmentar sistemáticamnete las historias que hasta el momento se han narrado entre sí acerca de sus propias vidas”.

John Berger

 

1 Jiménez Lozano, José. La estación que gusta al cuco. Valencia: Pre-textos, 2010, p. 88.

2 Martín Rodríguez, Fernando Gabriel. “Cultura e identidad: la arquitectura tradicional acorralada”. En: Homenaje a José Pérez Vidal. La Laguna: Universidad de La Laguna, 1993, p. 522.

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