Rincones del Atlántico



Mencáfete, Reserva Natural Integral:
el monte protegido


Miguel Ángel Rodríguez Domínguez
Coordinador de la Sección de Biodiversidad. Área de Medio Ambiente del Cabildo Insular de El Hierro
Fotos: Arnoldo Santos - Carlos M. Anglés - Domingo Trujillo - Autor - Rincones


La Reserva Natural Integral de Mencáfete se sitúa en una pequeña franja del municipio de La Frontera, en la isla de El Hierro, y queda englobada dentro del Parque Rural de Frontera, del que forma parte indisoluble. Ocupa una superficie de 464 hectáreas. A pesar de sus limitadas dimensiones, en el interior de dicho espacio se encuentra una de las mejores muestras de sabinar húmedo del archipiélago y del monteverde herreño, con buenas representaciones de especies propias de la laurisilva, fayal-brezal y comunidades rupícolas. Así mismo, presenta una alta diversidad, con un alto índice de endemismos de la flora y fauna del archipiélago canario, lo que le confiere una relevancia única e irrepetible.
El acceso a su interior se realiza a través de la pista del Derrabado, que sube por la zona de Las Tabladas hasta la Fuente de Mencáfete, además de estar comunicada por el sendero La Dehesa-Sabinosa y el camino de El Cres. A pesar de que los accesos están muy bien señalizados y de que la zona se encuentra muy bien recogida en los mapas geográficos y de carreteras, la necesidad de utilizar un vehículo todoterreno, así como de desplazarnos unos pocos metros andando hasta la Fuente de Mencáfete, dificulta que muchos visitantes de la isla conozcan este privilegiado enclave.

El monte protegido
“El monte”, como lo llaman los vecinos de Sabinosa, ocupa una importante sección de la pared occidental del valle de El Golfo, en la que predomina el fayal-brezal, con algunas especies de laurisilva. Puede dividirse en una zona de propiedad pública –“lo público”– y una zona denominada El Derrabado –“lo propietario”–. Lo público ocupa la parte oriental de la reserva, y se caracteriza por grandes pendientes y desniveles donde predomina el fayal-brezal, vinculado tradicionalmente al pastoreo; y lo propietario está situado en la parte central de este espacio natural, con pendientes no tan acentuadas, ligado a cultivos residuales de cereales, papas y frutales, así como al mantenimiento del ganado vacuno. Además, acoge la Fuente de Mencáfete, que sirvió durante muchos años para aprovisionar de agua a los vecinos de Sabinosa. Más allá, hacia el Oeste, se prolonga en los Riscos de Bascos, con abruptas pendientes y precipicios casi verticales.

 
Fayal-brezal con helechos y ortigón de monte


La importancia de los tesoros que alberga la reserva en su interior –entre ellos varios hábitats naturales de interés comunitario y algunas especies recogidas en la Directiva Hábitat– es tal que el gobierno canario ha propiciado que se catalogue el espacio con la máxima figura de protección de la ley, dentro de la categoría de Reserva Natural Integral.



La definición de Reserva Natural Integral, tal y como se recoge literalmente en la Ley (art. 48.8 del Texto Refundido de las Leyes de Ordenación del Territorio y de Espacios Naturales de Canarias), es la siguiente: “Son Reservas Naturales Integrales aquellas de dimensión moderada, cuyo objeto es la preservación integral de todos sus elementos bióticos y abióticos, así como de todos los procesos ecológicos naturales y en las que no es compatible la ocupación humana ajena a fines científicos”.

Si se aplicase de forma tajante esta definición, sólo algunos investigadores podrían adentrarse en la misma con los permisos oportunos.

Sin embargo, el equipo redactor del Plan Director ha salvado esta supuesta incongruencia utilizando la definición de Reservas Naturales Especiales, incluida en el art. 48.9 del Decreto Legislativo 1/2000, en cuya parte final señala: “no es compatible la ocupación humana ajena a fines científicos, educativos y, excepcionalmente, recreativos o de carácter tradicional”, lo que ha disminuido la severidad en cuanto a las restricciones en los usos permitidos y autorizables en el interior de la reserva, habiéndose procedido a una delimitación en la que se excluyen del ámbito aquellas zonas donde se han desarrollado actividades agrícolas mediante el uso de técnicas tradicionales.

 
Arriba izquierda: Faya cubierta con líquenes en la ladera.
Derecha: Sabinar húmedo sobre el pueblo de Sabinosa, con abundancia de
líquenes (Ramalina spp.) denotando la humedad frecuente.


La vegetación de esta particular mini selva alberga diversas especies de árboles y otras plantas que conforman el sotobosque. También conviven numerosos vegetales epífitos como líquenes, musgos y helechos asociados a los árboles y arbustos localizados en las laderas de exposición Noroeste.

Desde el punto de vista geológico, en la parte más occidental predomina la serie compuesta por los materiales más antiguos, en la que se observan coladas basálticas superpuestas e imbricadas. En el otro extremo abunda la serie intermedia B, constituida por lava y materiales piroclásticos recientes. En la base del escarpe de la ladera se encuentran depósitos sedimentarios de derrubios.

La formación boscosa que describimos fue seriamente afectada por la mano del hombre, y los bosques que hoy se observan corresponderían a comunidades termófilas empobrecidas, según algunos autores.

Importancia del enclave
La reserva presenta en su interior, como hemos apuntado, varios hábitats naturales de interés comunitario y especies recogidas en la Directiva Hábitat. Los hábitats presentes son los relativos a los brezales macaronésicos canarios, que suman más del 44 %, los hábitats rocosos y cuevas, el monteverde o laurisilva canaria y los bosques endémicos de sabina. En relación a las especies amenazadas, se incluye el cabezón herreño (Cheirolophus duranii), catalogado en peligro de extinción.

El papel del bosque es primordial en la captación de agua procedente de las precipitaciones horizontales o de la niebla, así como en la formación y estabilización de los suelos. Como veremos más adelante, este monte constituye un ecosistema que alberga las mayores concentraciones de especies de todo El Hierro, con un alto índice de endemismos canarios de flora y fauna.

Flora y vegetación
En la reserva sobresalen dos formaciones vegetales, el fayal-brezal y la laurisilva, que en conjunto son conocidas como “monteverde”. Esta combinación cubre prácticamente todo el espacio de El Golfo, desde El Derrabado hasta la zona de los riscos bajo el Mirador de Bascos.

Las laderas que conforman el espacio, caracterizadas por alcanzar fuertes pendientes, están constantemente afectadas por las nieblas del alisio entre los 600 y los 1.500 m. La vegetación, por tanto, está adaptada para la captación de la humedad mediante la condensación horizontal.

Las especies de árboles más comunes que pueden observarse en el interior de la reserva, propias del monteverde, son la faya (Myrica faya), el loro (Laurus novocanariensis), el mocán (Visnea mocanera), el palo blanco (Picconia excelsa), el barbusano (Apollonias barbujana) y el cárisco (nombre herreño para el acebiño: Ilex canariensis). Entre los arbustos, y con porte algo menor dentro de esta formación, encontramos el brezo (Erica arborea), con algunos ejemplares de gran talla, el follao (Viburnum tinus subsp. rigidum), el poleo de monte (Bystropogon canariensis), el peralillo (Maytenus canariensis), la gacia (Teline stenopetala), y la estrelladera (Gesnouinia arborea). En el estrato inferior de la formación, caracterizado por la falta de luz y la alta humedad, predominan los helechos, especialmente el Dryopteris oligodonta.

En el bosque de la reserva también se encuentran, dentro del grupo de lianas y bejucos, la hiedra (Hedera canariensis) y la zarzaparrilla (Smilax aspera).

En la parte más occidental de la reserva destaca una de las formaciones de sabinar húmedo más representativas y mejor conservadas del archipiélago canario, fácilmente observable en los acantilados y escarpes situados encima del pueblo de Sabinosa. La vegetación rupícola se sitúa por debajo del Mirador de Bascos, en zonas expuestas directamente al alisio del NE, y en ella domina la sanjora (Aeonium longithyrsii), endémica de la isla, muy semejante al Aeonium palmense. Además, sobre estos acantilados se desarrollan pequeñas poblaciones de endemismos protegidos como el cabezón herreño (Cheirolophus duranii), el canutillo de Sabinosa (Silene sabinosae) o la siempreviva de El Hierro (Limonium macropterum).

Fauna
Esta particular selva, declarada como Zona de Especial Protección para las Aves –ZEPA– , dentro de un área mucho mayor, supone un importante refugio natural para muchas aves que tienen presencia en la isla, algunas exclusivas del bosque de laurisilva, debido, entre otras razones, a la presencia de agua a lo largo de casi todo el año.

Entre las aves rapaces son frecuentes el aguililla (Buteo buteo insularum) y el cernícalo (Falco tinnunculus canariensis), siendo más raros el gavilán común (Accipiter nisus granti) y la lechuza (Tyto alba alba). Las ramas de los árboles permiten observar en su interior el revoloteo del reyezuelo (Regulus regulus teneriffae), el herrerillo (Parus caeruleus ombriosus), el pinzón común (Fringilla coelebs ombriosa), el capirote (Sylvia atricapilla) y el petirrojo (Erithacus rubecula microrhynchus). En el sotobosque, utilizando su plumaje como disfraz, la chocha perdiz (Scolopax rusticola rusticola) utiliza sus artes del camuflaje. Dos palomas endémicas, la paloma turqué (Columba bollii) y la paloma rabiche (Columba junoniae), sometidas a un plan especial de protección, tienen en la reserva su último refugio herreño.

De los mamíferos, el murciélago orejudo (Plecotus teneriffae), asiduo de cavidades volcánicas, y el murciélago de Madeira (Pipistrellus maderensis), son los únicos elementos autóctonos presentes en la zona. Los elementos introducidos se completan con el conejo (Oryctolagus cuniculus), el ratón (Mus musculus), la rata (Rattus rattus) y el gato asilvestrado (Felis catus), siendo los dos últimos depredadores comprobados de las palomas del monteverde.

En el caso de los reptiles, la temperatura y humedad de la zona van a limitar la distribución de los mismos. Tan sólo la lisa (Chalcides viridanus coeruleopunctatus) presenta una distribución puntual en la zona, refugiándose bajo piedras. El lagarto tizón (Gallotia caesaris caesaris) y el perenquén (Tarentola boettgeri hierrensis) pueden aparecer de forma aislada aunque en bajo número y en las zonas limítrofes más degradadas y ocupadas por el hombre.

Los invertebrados deben de ser numerosísimos, a raíz de los resultados obtenidos en diversas prospecciones realizadas, aunque suelen pasar inadvertidos a nuestros ojos. La principal característica es la presencia de grupos con un elevado número de endemismos, algunos de carácter relicto, aunque ninguna de las especies citadas hasta el momento se encuentra amenazada

Especies amenazadas y su protección
Actualmente se trabaja en la redacción de planes de conservación y recuperación de varios taxones incluidos en el Catálogo de Especies Amenazadas de Canarias (Decreto 151/2001, de 23 de julio). Estos planes tienen como finalidad restaurar, mantener y ampliar el área de distribución de las mismas.

En el caso del canutillo de Sabinosa (Silene sabinosae), la única población conocida sobrevive en el Risco de las Cabras-Andén Bermejo y está constituida por no más de 40 ejemplares. En lo que se refiere a esta especie, se considerará concluido el plan cuando se consiga incrementar la población hasta 600 individuos y se haya conseguido eliminar la afección de ganado sobre su hábitat.

Del cabezón herreño (Cheirolophus duranii) se han encontrado 6 subpoblaciones en la isla con un total de 350 ejemplares. En la reserva se localizan dos únicas poblaciones en los núcleos de Andén Bermejo y Rosa Cabrera, constituidas por medio centenar y un centenar de ejemplares respectivamente. Se considerará concluido el plan cuando la población se incremente hasta los 1.500 individuos.

Para la paloma turqué (Columba bollii), la reserva proporciona una amplia zona de nidificación para una población cuyo tamaño va ligeramente en aumento. En el caso de la paloma rabiche (Columba junoniae), una auténtica desconocida hasta el año 1999, cuando se observó por primera vez su presencia en la isla en la pista de El Derrabado y en los altos de Sabinosa, aún no se ha constatado su nidificación, por lo que su población debe de estar integrada por un bajo número de ejemplares. Ambas especies están catalogadas como especies sensibles a la alteración de su hábitat, trabajándose en estos momentos en sendos planes para su conservación que, entre otras acciones, incluyen un control de los depredadores (gatos asilvestrados y ratas).

Los usos tradicionales del monte
Muchos han sido los aprovechamientos que ha hecho el hombre de los recursos vegetales presentes en la reserva. Así, por ejemplo, podemos citar vigas y astillas de sabina para techumbres de las casas, horquetas para levantar viñas, cabos para guatacas, latas (varas de haya o brezo) para cultivo de tomate, madera para la obtención de carbón, mimbres (cultivados) para elaborar cestería (serones, barquetas, canastas, medias canastas, cestos...), etc. También se han utilizado para consumo raíces de helecho, así como creces y mocanes. De la actividad agrícola desarrollada en la zona de huertas destaca el cultivo de papas, cebada y millo, y, más recientemente, de árboles frutales (cirueleros, durazneros, manzaneros, damasqueros, membrilleros, nueceros, castañeros e higueras). No hay que olvidar tampoco, como ya comentamos anteriormente, que la Fuente de Mencáfete constituyó durante mucho tiempo el sitio para abastecimiento de agua de los vecinos de Sabinosa, y que la zona de El Derrabado acogió durante años el ganado vacuno de éstos, que permanecía allí durante la mitad de la primavera y la mitad del verano. En el caso del ganado ovino, éste pasaba casi todo el año en régimen de suelta controlada en la zona pública.

Actualmente la actividad agrícola en la reserva posee un carácter residual, y a priori podría resultar incompatible con la protección establecida para este espacio natural, teniendo en cuenta que la superficie donde se desarrolla esta actividad es un área de expansión natural del monteverde. Existe una pequeña zona de parcelas cultivadas de manera tradicional en huertas, pero no suponen riesgo debido a su limitada extensión en relación a la superficie protegida y al claro retroceso de la superficie cultivada. Además, progresivamente ha disminuido la presencia de vacas y ovejas en la zona hasta casi desaparecer.

Se ha pasado, por tanto, de una agricultura de subsistencia a una agricultura del ocio, que no es necesaria para vivir pero mantiene vivos los vínculos tradicionales del pueblo de Sabinosa con el monte.

Carisco, Ilex canariensisLaurel o loro, Laurus novocanariensis
Palo blanco, Picconia excelsaMocán (creces), Visnea mocanera
Barbuzano, Apollonias barbujanaBrezo, Erica arborea
Follao (inflorescencias), Viburnum tinus ssp. rigidumFollao (semillas), Viburnum tinus ssp. rigidum


El Plan Director de la Reserva Natural Integral
Con el fin de definir el grado de protección y uso en los diferentes sectores del espacio, se han delimitado dos zonas. La Zona de Uso Restringido, caracterizada por poseer una alta calidad biológica o elementos frágiles o representativos, cuya conservación admite un reducido uso público, utilizando medios pedestres para el acceso y sin que en ellas sean admisibles infraestructuras nuevas; y la Zona de Uso Moderado, que comprende la zona de huertas en torno a la pista de El Derrabado, en un espacio que permite la compatibilidad de su conservación con actividades educativo-ambientales y recreativas.

Es exclusivamente en la Zona de Uso Moderado donde se permite la actividad agrícola de carácter tradicional y preexistente, así como el acceso de vehículos a motor, a través de la pista que da acceso a la zona de huertas del Derrabado desde Sabinosa, para prestar servicio a dicha actividad. Sin embargo, se prohíbe la reocupación de tierras agrícolas que, habiendo sido abandonadas, hayan sido recolonizadas por la vegetación potencial natural.

Al Cabildo Insular de El Hierro le corresponde la aplicación del régimen de usos establecido en el instrumento de planeamiento de este espacio (art. 4.1, Decreto 111/2002, de 9 de agosto). Una gestión ordenada, compatibilizando la protección y los usos tradicionales de antaño, redundará sin duda en la conservación del monte protegido. Además, las medidas que se adopten contribuirán sin duda a garantizar la biodiversidad mediante la preservación de los hábitats naturales y de la flora y fauna silvestres.

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