Rincones del Atlántico



El cortocircuito transgénico

María Gelabert
Fotos: Greenpeace - Ecologistas en Acción

Los Organismos Modificados Genéticamente (OMG) o transgénicos se cultivan sólo desde la segunda mitad de los años 90. Se diferencian de las variedades convencionales en que uno o más genes han sido modificados en laboratorio con el fin de obtener características especiales que en la naturaleza jamás se darían.

Sus posibles efectos adversos son poco conocidos: existe gran opacidad informativa y poca financiación para la investigación científica “independiente”. Las discutibles ventajas que ofrecen los transgénicos actuales en agricultura se resumen en una menor incidencia de determinadas plagas. Sus riesgos demostrados, como la aparición de “súper malas hierbas” resistentes a herbicidas y la ausencia de información transparente han puesto a la opinión pública en guardia frente a los OMG.

Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) aseguran que los cultivos transgénicos resultan obsoletos rápidamente, ya que sus manipulaciones son burdas frente a la naturaleza; las plagas y malas hierbas que quieren evitar son capaces de reaccionar y mutar con rapidez, de forma que la transgenia no sirve para nada al cabo de unas pocas cosechas. Así, la patente jamás se rentabiliza. Y al fin y al cabo, de lo que se trata es de hacer negocio... Pero como dice el colectivo Bajo el Asfalto está la Huerta (B.A.H.), “con la comida no se juega”.

¿Cómo se hace un OGM?

Según los define la directiva europea 18/2001, los transgénicos son “organismos, con excepción de los seres humanos, en los que el material genético ha sido modificado de una manera que no se produce naturalmente en el apareamiento ni en la recombinación natural”.

Para crear un transgénico hacen falta tres componentes: un promotor, o gen activador que dice a la célula a modificar “copie el siguiente mensaje (gen o secuencia codificadora) para crear una proteina”; un terminador, que dice “pare aquí, fin del mensaje”, y el vector portador de la célula modificada. Las tres partes suelen proceder de diferentes fuentes. La mejor forma de expresar con éxito la modificación es usando promotores agresivos tipo virus. Estas modificaciones artificiales se insertan después en las células objetivo mediante métodos invasivos más o menos certeros, aislándose las modificaciones que expresan la característica deseada, y desechando el resto. En agricultura, las principales modificaciones son: resistencia a herbicidas en maiz, algodón y soja; poder insecticida en maiz y algodón. Otras modificaciones incluyen aportes vitamínicos especiales en arroz o retraso de la podredumbre en tomate1.

Uno de los conceptos clave usados para autorizar un transgénico es la “equivalencia substancial”2 entre un alimento no modificado y un transgénico. Este concepto, que considera las partes aisladas y no el todo, facilita la aprobación del transgénico, ya que suele evitar estudios pormenorizados, rigurosos e individuales de posibles efectos adversos a largo plazo.

Sin embargo, se producen problemas de inestabilidad en las líneas transgénicas a causa de la debilidad de sus enlaces. Esta es la principal razón para que la mencionada directiva, que regula la liberación intencional de OGM en el medio ambiente, establezca la necesidad de una evaluación “caso a caso” de cada variedad de semilla transgénica antes de ser aprobada para su siembra comercial.

Es importante mencionar que todo el proceso de elaboración y patente de un evento transgénico que después se insertará en diferentes variedades de semillas tiene una duración de varios años y una importante inversión económica, estimada entre 100 y 150 millones de dólares.

¿Qué aportan los OMG?

La ingenieria genética rompe todas las reglas de la evolución y esto es importante dejarlo claro, ya que es falso el argumento que sus promotores usan como introducción a las bondades de los transgénicos: que éstos son una “continuación” de la mejora tradicional. Los OMG suponen un verdadero cortocircuito en el proceso evolutivo. Sus modificaciones jamás ocurrirían fuera del laboratorio. Un salmón ártico jamás intercambiaría genes con un tomate para conseguir que éste aguantara más tiempo en la cámara frigorífica. Gracias a la ingeniería genética esto es un hecho.

Nada tiene que ver, por tanto, con la mejora genética tradicional que desde antiguo practicaron los agricultores. Por un lado, la mínima compatibilidad sexual entre especies no se tiene en cuenta en los OMG. Por otro, al manipular determinadas secuencias de bases nitrogenadas que forman parte de cada gen, se presupone que una modificación exitosa dará un solo resultado, el esperado (plantas insecticidas, resistentes al herbicida del propietario de la patente transgénica, con efectos vitamínicos, etc.). Sin embargo, estudios científicos que logran salir a la luz revelan modificaciones adicionales inesperadas que causan efectos no previstos. De todas las combinaciones que surgen de un mismo inserto realizado en distintos puntos de la secuencia cromosómica, sólo una mínima parte resulta exitosa. Las otras combinaciones pueden ser más inestables o presentar otros efectos no esperados3.

La biotecnología es una disciplina muy reciente. En los años 50 del siglo pasado los premios Nobel Watson y Crick descubrieron la estructura del ADN y enunciaron el “dogma central” de la biología molecular, que establece que la información genética fluye estrictamente en un único sentido: del ADN al ARN y de éste a las proteínas y a las características que éstas determinen. En este axioma se ha basado la ingeniería genética actual.

Sin embargo, a principios de los 80, una nueva teoría genética empieza a ser comentada en algunos círculos científicos, aunque no ha tomado relevancia hasta hace apenas tres años: el Genoma Fluído.

Gabriel Dover y Dick Flavell, genetistas destacados en este nuevo enfoque, afirmaron en 1982: “La aplicación de nuevas técnicas moleculares revela que, más allá del nivel cromosómico, el genoma es un conjunto continuamente cambiante de secuencias. Movilidad, amplificación, borrado, inversión, intercambio y conversión de secuencias crean una fluidez inesperada en el tiempo con consecuencias evolutivas”. El genoma fluído está en constante relación con su entorno, el cual puede cambiar no sólo el patrón de expresión de los genes en todas y cada una de las células, sino también la estructura del genoma mismo y de los genes4. Su mensaje principal es que la ingeniería genética actual no cuenta con el organismo como un todo, sino que aisla los genes y sus caracteres deseados, sin preveer otros desenlaces5. Es por esto que el principio de precaución científica se está obviando en la cuestión de la agricultura transgénica.

El Principio de Precaución

La aplicación de este antiguo precepto está hoy más justificada que nunca. Desde que se crea una variedad transgénica hasta que se comienza a tramitar su registro pasa poco tiempo, desde pocos meses hasta pocos años. Un periodo, en cualquier caso, insuficiente para disminuir el nivel de riesgo, según afirma parte de la comunidad científica, ya que pueden aparecer efectos no deseados en un horizonte temporal mayor, como ocurrió con el DDT. Y para entonces dar marcha atrás sería imposible.

Las organizaciones ambientalistas denuncian, por una lado, la falta absoluta de medidas de control eficaces para evitar la contaminación transgénica no deseada tanto en el campo, por polinización, como en la cosecha, transporte, almacenaje, envasado, etc., y por otro, el incumplimiento de las normas de etiquetado, que obligan a especificar qué ingredientes de alimentos y piensos son OGM cuando están en un porcentaje superior al 0.9% 6.

Incluso la FAO advierte7 sobre la necesaria vigilancia de los cultivos transgénicos como y medios rurales y sobre la necesidad de reunir más información sobre los efectos observados a lo largo de toda la cadena.

España es un país pionero en respaldar autorizaciones para diversas variedades de maíz insecticida. Sin embargo, no existe en nuestro país un laboratorio de referencia que realice sus propias pruebas de contraste: las pruebas y ensayos que demuestran la bondad del transgénico a examinar las realizan las propias empresas promotoras. Y la realidad es que a día de hoy en el Estado español las cosechas transgénicas de maíz se están mezclando con las convencionales, obviando todas las normas de trazabilidad y seguridad alimentaria.

Hasta ahora se han hecho públicas algunas incertidumbres y hechos que cuestionan la seguridad de los alimentos y piensos transgénicos, como por ejemplo:

- La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (AESA) dio su aprobación para la autorización de maiz insecticida Mon863 de Monsanto, a pesar de los “muy preocupantes” resultados obtenidos en ensayos de alimentación que mostraron malformaciones renales y elevado nivel de glóbulos blancos en sangre de ratones macho, así como altos niveles de azúcar y glóbulos rojos reducidos e inmaduros en ratones hembra.

- En el año 2003, hasta un centenar de personas del sur de Filipinas que residían cerca de parcelas de maiz GM enfermaron cuando el maiz floreció. Terje Traavik, del Instituto Noruego de Ecología Genética de Tromsø encontró anticuerpos al Cry1Ab producidos por el maiz GM en la sangre de 39 de ellos. La misma enfermedad se presentó en 2004.

- Entre 2001 y 2002, doce vacas lecheras murieron en una granja de Hesse, Alemania, tras comer maiz transgénico Bt176 de Syngenta, y otros animales del rebaño debieron ser sacrificados debido a una misteriosa enfermedad. Fue la Agencia Española de Seguridad Alimentaria la que avaló ante la UE la autorización del maiz Bt176 para su cultivo.

- Aventis (ahora Bayer) registró un aumento significativo de muertes en pollos broilers alimentados con maiz resistente al glufosinato T25 frente a los alimentados con maiz convencional.

- En Filipinas, la población de una zona en la que se sembraban variedades transgénicas insecticidas ha desarrollado una misteriosa enfermedad alérgica que se piensa que puede estar asociada a estos cultivos.

¿Cómo nos venden los OGM?

Inicialmente, se presentaron como la solución al hambre en el mundo, y muchos imaginaron cosechas mágicas para el desierto africano. Tras el período de prueba de los últimos diez años, la realidad es que los OGM sólo llegan a África como excedentes de mercado camuflados de “ayuda alimentaria”, ya que no son mercancía bien vista por los países desarrollados8. Y algunas partidas incluso son rechazadas por no considerarlas “seguras” los mismos países receptores. Afortunadamente, hoy ya se reconoce que los transgénicos nada van a cambiar respecto a la distribución de los alimentos en el mundo9.

Posteriormente se argumentó que aumentaban rendimientos y disminuían el uso de pesticidas. De nuevo, resultó falso. Las modificaciones comerciales actuales no están diseñadas para incrementar las cosechas, sino para resistir mejor las plagas. En cuanto al uso de pesticidas, se puede demostrar que han aumentado10 las ventas del herbicida Round Up de Monsanto, propietaria asimismo de la patente del maíz resistente, y que el modelo de agricultura biotecnológica no disminuye el uso de fitosanitarios, sino que se basa en ellos. El nuevo concepto de agricultura “inteligente” está basado en inundar el suelo con herbicidas, matando la vida del suelo, sus microorganismos.

Aún así, con espectaculares inversiones en tecnología y medios, algunos fracasos ya se han hecho notar. El algodón RR, resistente al herbicida Round Up, no termina de cuajar en India, principal país productor, donde el cultivo pasa a ser más caro y la cosecha no aumenta en proporción; también es notable el hecho de que el trigo GM no fuera autorizado para cutivo comercial en Estados Unidos o se estableciera la prohibición de utilizar antibióticos en la fabricación de los eventos transgénicos, debido a la aparición de resistencias a la ampicilina.

Recordemos también la consecuencia de pérdida definitiva de cultivos con variedades locales o autóctonas para pasar a un mercado global homogéneo de variedades muy limitadas y no siempre las más satisfactorias al paladar. Es cierto que existen bancos de germoplasma que conservan muestras de variedades que dejaron de ser comerciales hace décadas. En caso de desastre, podemos estar tranquilos que ellas están ahí, como las parejas de animales de Noé en el Arca. Sin embargo, la biodiversidad, la verdadera riqueza, está cada vez más amenazada.

Por otro lado, los estudios de consumo humano de OGM son complicados de realizar, ya que el seguimiento de la muestra (años) es laborioso y los principios éticos son claramente cuestionados11. Aunque la legislación europea es la más estricta en cuanto a su autorización para consumo, siembra o etiquetado, no es menos cierto que el listón puesto por los EEUU, principal país promotor, es realmente bajo. Y también ocurre que la aplicación de las normas, al menos en cuanto a etiquetado y trazabilidad12 de procesos se refiere, está siendo muy laxa13. Además, los animales que han sido alimentados con transgénicos no tienen que estar identificados.

Iniciativas en marcha

A pesar de que el avance de los cultivos transgénicos es lento gracias a resultados no tan exitosos como los previstos y a la toma de conciencia de los consumidores, la realidad es que los transgénicos van avanzando silenciosa pero inexorablemente. Gran parte de los enzimas que se utilizan en la fabricación de queso o vino son transgénicos y muchos almidones y derivados del arroz y de la soja también lo son. Por no hablar de nuevo de la carne que fue alimentada con piensos transgénicos.

Ante este panorama existen iniciativas interesantes que demuestran un deseo y cierta voluntad de compromiso de las administraciones, aunque son sólo las de menor tamaño. La más importante es la red de Zonas Libres de Transgénicos14. Desde ayuntamientos hasta regiones enteras se comprometen a que su circunscripción no comercialice transgénicos. El País Vasco es la primera y única región del Estado que se ha adherido a esta iniciativa. Existen actualmente propuestas para Canarias y Asturias, además de diversos municipios ya acogidos. Se trata de un primer paso, una declaración de intenciones que aún se ha de poner en práctica de forma efectiva en la mayor parte de los casos.

El cultivo de especies tradicionales y la agricultura ecológica son opciones amenazadas especialmente por los transgénicos. En los últimos cuatro años se han detectado varios casos de contaminación transgénica de maiz ecológico en Aragón, que fueron descalificadas y retiradas de este mercado. Gracias a iniciativas como la Guía Roja y Verde de alimentos transgénicos de Greenpeace y a análisis realizados y publicados por la cadena Eroski, sabemos que se han detectado transgénicos en determinados cereales para el desayuno y en gusanitos de maiz15.

Concluyendo

Existe un cúmulo de factores de riesgo en los cultivos transgénicos que deben ser contrastados con las ventajas que ofrecen. El mayor clamor se dirige hacia la necesidad urgente de información sobre estudios científicos independientes en la materia. Asimismo se requiere una legislación que incluya a los productos animales, que proteja eficazmente de la contaminación transgénica a los cultivos convencionales y ecológicos y sobre todo, que se cumplan todas las normas y aumenten los niveles de vigilancia. En este sentido, las legislaciones sobre “coexistencia” de OMG con convencionales son básicas. En España, la norma que va a regular esta “coexistencia” se lleva discutiendo ya dos años. Cuestiones como ¨¿cuánto viaja un grano de polen?” son discutidas con fervor. La Administración, claramente influida por las empresas que venden OMG, insiste en que el viaje es de centenares de metros. La realidad muestra que el polen transgénico viaja kilómetros, por lo que la coexistencia, entendida como ausencia de contaminación transgénica es muy difícil, si no imposible. La responsabilidad económica de los daños que esta contaminación puede ocasionar es otro tema espinoso: la Administración sugiere que sean las subvenciones europeas las que la cubran. El sentido común pide que sean las empresas que venden transgénicos o sus compradores los que paguen los daños que ellos causan. Es previsible que en 2006 ya tengamos algún texto oficial. Veremos cómo resulta.

Tal y como recomienda la FAO, y desde un mínimo sentido común, es necesario un mayor control de la trazabilidad y más estudios científicos independientes. Sólo así podremos tener una mayor certeza de qué consecuencias podemos esperar a medio o largo plazo. Puede ser que incluso se busquen posibles efectos perjudiciales que, hasta ahora, no se conocen ya que no se estudian. El principio de precaución es aplicable en todos los ámbitos de la vida: desde el científico hasta el político. Recordemos la máxima de la UE “Si algo funciona, no lo arregles”. Con estos datos, podemos preguntarnos: ¿son necesarios los cultivos transgénicos?

Notas:
1.- La mayor parte de los OMG autorizados son microorganismos. http://europa.eu.int/comm/food/dyna/gm_register/index_en.cfm
2.- OCDE, 1993: Dos alimentos son equivalentes sustancialmente si su composición química y organoléptica son iguales. En este caso, la equivalencia se produce, excepto por la modificación genética.
3.- Así ha ocurrido recientemente con los maices Bt 10 y Bt 11. Ambos son insecticidas, pero el inserto modificado está en distinto punto y las autoridades sanitarias europeas, gracias a la legislación que permite la autorización “caso a caso” de variedades transgénicas, consideraron que el maiz Bt 10 no era seguro y no autorizaron su comercialización en Europa, aunque para algunas partidas mezcladas ya fue tarde...
4.- Lecture presented at The Precautionary Principle in Science and Politics, Federation of German Scientist Conference, 22-23 October 2004, Marie-Elisabeth-Luders Haus & Magnus Haus, Berlin. www.i-sis.org.uk
5.- Para la aprobación de OGM se usa el principio de “equivalencia sustancial” entre estos y el alimento original no modificado.
6.- Reglamentos del Consejo CE/1829/2003 y CE/1830/2003.
7.- www.fao.org Nota de prensa del 27/01/05. Luisa Guarneri.Oficial de información, FAO. luisa.guarneri@fao.org (+39) 06 570 56350.
8.- Desde 1998 y hasta 2005 ha existido en la Unión Europea una “moratoria de facto” recurrida por los Estados Unidos ante la OMC tal que no se permitían nuevas autorizaciones de variedades OGM.
9.- César Nombela, Presidente del Comité Asesor de Ética en la Investigación Científica y Técnica. Diario 20 minutos. 29/11/2004.
10.- La Jornada, México D.F. Lunes 29 de noviembre de 2004.”Transgénicos: verdades y suposiciones”. Silvia Ribeiro.
11.- En el año 2000 se podía leer en la página web de Monsanto la “labor social” de prevención de la ceguera que realizaba esta compañía en India, donde alimentaban durante años a niños de un orfanato con arroz transgénico Golden Rice, modificado para producir vitamina A.
12.- Trazabilidad: Concepto que permite saber el origen de cada producto o ingrediente y los pasos que ha tenido en su transformación hasta ponerse a la venta.
13.- Ver “Guía roja y verde de los transgénicos”. www.greenpeace.org
14.- www.gmofree-europe.org
15.- Guía Roja y Verde. http://revista.consumer.es

Bibliografía y direcciones interesantes
  • Dossier Informativo sobre Transgénicos. Ecologistas en Acción. (www.ecologistasenaccion.org/transgenicos/alimentos).
  • GRUPO DE CIENCIA INDEPENDIENTE (ISP): “En defensa de un mundo sustentable sin transgénicos”, Londres, Reino Unido, 15 de julio de 2003, en www.choike.org/documentos/transgenicos.pdf título original: “The Case For A GM-Free Sustainable World”, en www.indsp.org/ISPreportSummary.php e INSTITUTE OF SCIENCE IN SOCIETY: “DNA in GM food and feed”, 17 de junio de 2004, en www.i-sis.org.uk
  • De Genes, Gusanos e Ignorantes. Por Silvia Ribeiro. www.ecoportal.net, 26 de noviembre de 2004.
  • Preguntas y respuestas sobre los OMG. Dossier de la Unión Europea. (http://europa.eu.int/comm/food/food/biotechnology/gmfood/qanda_en.pdf).
  • www.biodiversidadla.org
  • www.greenpeace.org/espana/campaigns/transgenicos
  • www.tierra.org/transgenicos/contenido.htm






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