Rincones del Atlántico

Víctor Pérez
Un médico palmero que impulsó la botánica canaria

Manuel Hernández González
Profesor titular de Histoia de América de la Universidad de La Laguna


Víctor Pérez González nació en Santa Cruz de la Palma el 8 de junio de 1827. Era hijo natural del facultativo palmero Juan Antonio Pérez del Pino y de Josefa González de la Paz. La cuantiosa fortuna con la que contó su padre se debió a haber sido heredero universal de sus ricos abuelos. Ésta le permitió a Juan Antonio estudiar medicina en la Universidad de París, donde se doctoró en medicina y cirugía en 1851. En esa época dio a luz en francés dos obras sobre la cirugía y la fiebre amarilla1.

Víctor había nacido bastantes años antes de que su progenitor se hubiera casado. Fue bautizado como hijo de padres desconocidos. Pese a eso lo reconoció y le financió sus estudios de Filosofía en La Laguna y su carrera de medicina en París, donde se doctoró2. Tras una breve estancia en La Palma se establece como médico en el Puerto de la Cruz, donde contrae matrimonio el 14 de mayo de 1854 con Victoria Ventoso Cullen, de la burguesía mercantil portuense. Consolidó un rico patrimonio familiar gracias a la herencia de ella y su labor como facultativo, que le llevó a que sus hijos heredasen buena parte de la fortuna del Marquesado de la Quinta Roja.3

Desde el punto de vista ideológico Víctor Pérez se puede caracterizar como republicano, entendiendo como tal la militancia característica de las raquíticas clases medias tinerfeñas en un proyecto que ampliase la base social de la política restringida a las capas altas de la sociedad por el pacto oligárquico establecido en la España decimonónica entre la antigua elite propietaria y las capas burguesas 4. Por esa militancia y por su acendrado amor por el pueblo que fue su patria adoptiva el primer ayuntamiento republicano del Puerto de la Cruz encabezado por su yerno Felipe Machado del Hoyo, a propuesta del farmacéutico Agustín Estrada Madan, le dedicó en su honor la plaza que junto al convento de San Francisco lleva su nombre. Como expresión de su aureola de prestigio entre la sociedad, practicó la filantropía entre sus convecinos, por lo que fue caracterizado como un redentor de los más necesitados5.

Su preocupación higienista y la integración de medicina y naturaleza

Desde su misma tesis doctoral en la Sorbona en 1851, La elefantiasis de los griegos, mostró un vivo interés por uno de los problemas más candentes de las sociedades urbanas modernas, la higiene, y la búsqueda de alternativas paliativas de las enfermedades originadas por la insalubridad basadas en aplicaciones naturales poco costosas y que fueran rentables para relanzar la agricultura 6. Trató de llevar a la práctica los métodos más avanzados de desinfección de las casas de su tiempo como el sistema sanitario de Moulle que conoció en la Exposición médico-sanitaria Internacional de Londres de 18817. La insistencia en la higiene y la correcta adecuación de las casas y escuelas con ventilación óptima fue también otra de sus preocupaciones.8

Ese constante afán de estar al día en las más modernas técnicas médicas le llevó a ser promotor de la Academia Médico-Quirúrgica de Canarias en 1879, de la que fue su primer vicepresidente. En ella presentó en 1880 un resumen de sus trabajos sobre la aclimatación para prevenir la fiebre amarilla9. Formaba parte de las concepciones adaptativas propias de su tiempo, que él también propició con la conversión del Valle de La Orotava en centro de curación de enfermedades pulmonares. Será también uno de los impulsores de hoteles de esas características como el Taoro, diseñado por el arquitecto francés Adolphe Coquet, del que fue uno de los más importantes accionistas, con 30 acciones. En él colaboró en su jardinería10. Su interés por estar al día en los avances de la medicina le llevó a conectar con la Universidad germana de Heidelberg. En su hospital admiró las más modernas técnicas de desinfección y de cirugía11. Finalmente, conforme a los métodos de elaboración de conservas de productos alimenticios de su antiguo profesor Robin, constituyó en La Palma, en sociedad con Manuel Cabezola y Carmona, la firma industrial “Víctor Pérez y Compañía”12.

Su preocupación por la botánica

Además de por la medicina, se caracterizó por sus inquietudes en el terreno de la botánica. De una parte para promover el culto al jardín y los paseos, característico del espíritu higienista de su tiempo, que conectaba estrechamente con el desarrollo económico insular cifrado en el turismo. Obras en las que jugó un gran papel su jardín y el de la Marquesa de la Quinta Roja en La Orotava, Roja en La Orotava, diseñado por Coquet, secretario de la logia masónica de Lyon y al que trajo a Tenerife en 1882 para su realización y la de su mausoleo. En él su plantación, admiración de sus contemporáneos, fue en buena medida suya, labor que continuaría su hijo Jorge Víctor13.

Pero la mayor labor que desarrolló a largo de su vida fue la de la experimentación vegetal en su afán de rentabilizar en las labores agrícolas la flora tanto autóctona como foránea, que le llevó a dirigir la Real Sociedad Económica de Amigos del País hasta el día de su muerte el 22 de febrero de 1892, primero como presidente accidental desde el 6 de abril de 1888 y más tarde en pleno ejercicio, desde el 12 de enero de 1890. Expresión de ese afán es su obra impresa en el Journal de l´Agriculture des pays chauds de 1865-66 y reeditada en París en 1867 “De la végétation aux Iles Canaries, des plantes des pays tempérés et des Plantes des régions intertropicales et physionomie générale de leur agriculture”, publicada conjuntamente con el profesor de Historia Natural de la Escuela Normal de Cluny y cirujano de la marina imperial Paul Antoine Sagot14, que visitó en su compañía el Archipiélago. De 59 páginas, es de gran interés por presentar un amplio y detenido estudio sobre las plantas y árboles cultivados en el Archipiélago, incluidos los ornamentales15. Otra publicación en esa órbita fue su memoria sobre el cultivo de tabaco en las Islas Canarias. Presentada en la Exposición de Las Palmas de mayo de 1862 muestra a lo largo de sus 41 páginas sus experimentaciones sobre diferentes suelos y alturas16.

Su amor por la naturaleza canaria y su defensa del monte es una constante en su obra. En sus Recuerdos de un viaje a Suiza insiste en que “el cuidado del monte protege las tierras labradías, proporcionándole frescura e impidiendo las grandes avenidas que arrastran hacia el mar los terrenos mullidos”17. Frente al afán roturador exhorta que “esos árboles que no dan fruto, sus despojos, que también levantáis de encima de sus raíces con una engañosa codicia, son los mejores protectores que las tierras bajas y cultivadas pueden tener para evitar desgracias como las que ahora estamos experimentando”.

Al quemarse sólo deriva “patatas el primer año, trigo el segundo y por último raquítico centeno”. Se da así paso a la erosión de esos suelos pendientes, cuyas tierras desaparecen arrastradas hacia el mar.

El rescate y la revalorización del tagasaste

Sin duda al arbusto que dedicó más tiempo Víctor Pérez fue al tagasaste o escobón de La Palma, que crece en una región inferior en altura al tinerfeño. En 1865 dio a luz un primer folleto sobre él, cuya divulgación favoreció su propagación incluso por las orillas de las carreteras19. En 1874 publicó en Cluny con Paul Antoine Sagot un estudio sobre esta planta en unión de la chicharaca20. Toda su labor se centró en impulsar su plantación como alternativa canaria para la protección de los suelos de las zonas altas y para su empleo como alimento para el ganado21. Sin embargo, a pesar de todos esos avances, se lamenta en 1888 de que no se extendiera su cultivo tras el 'crac' de la cochinilla. Pero no desiste y experimenta sobre su fermentación, gracias a un método que confirma el profesor Cornevin, de la Escuela Veterinaria de Lyon22. Era, pues, la culminación de la labor de un reputado miembro de la elite isleña que con sus contradicciones y con sus principios ideológicos y espectro social de procedencia, trató a lo largo de su vida de defender la estrecha interacción entre la naturaleza y el progreso de los pueblos.


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