Rincones del Atlántico

BASEMAC
Banco de Semillas de Macaronesia
Conservando para el futuro

Alicia Roca Salinas, Blas Vilches Navarrete, Roberto Jardim,
José Augusto Carbalho, Francisco Fernandez, Joao de Melo.


Los archipiélagos atlánticos de Macaronesia: Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde poseen una extraordinaria riqueza florística producto de la evolución desde sus orígenes en la Era Terciaria. Su situación geográfica, la singularidad de sus diversas condiciones ecológicas y el aislamiento, han hecho posible la existencia de especies y comunidades únicas en el mundo. En términos de biodiversidad los archipiélagos de Macaronesia tienen alrededor de 4.500 especies de plantas vasculares de las que una quinta parte son endémicas en uno u otro de los archipiélagos y 220 están compartidas. Este hecho convierte a estos archipiélagos en uno de los centros de biodiversidad insular más importantes del Planeta. La tasa de endemismos es también la más alta de Europa (un 32,4% solamente en las Islas Canarias).

La actividad humana ha puesto en grave peligro esta biodiversidad estimándose en más de 400 el número de especies amenazadas en la actualidad.

El Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB), aprobado en la Conferencia de las Naciones Unidas (Cumbre de la Tierra, Río de Janeiro, Brasil) en 1992, es el primer acuerdo mundial que aborda todos los aspectos de la diversidad biológica. Ratificado en su totalidad por España y Portugal en 1993, tiene como objetivo la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica y la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos.

Los jardines botánicos en la conservación

Los Jardines Botánicos son las instituciones apropiadas y con la organización necesaria para llevar a cabo la preservación de la diversidad genética local fuera del medio natural (conservación ex situ).

Los Jardines Botánicos han jugado a lo largo de sus casi 500 años de historia un importante papel en la conservación de la flora a través de sus colecciones para los estudios botánicos aplicados a la medicina y farmacia en la Europa renacentista, en la difusión de las especies de interés económico en la época colonial o en el cultivo de plantas ornamentales en los dos últimos siglos.

El “nuevo concepto” de Jardín Botánico implicado en la conservación de las especies amenazadas, en investigación y en educación, surge en la década de 1970 y son actualmente elementos esenciales para el desarrollo sostenible y la conservación de los recursos naturales.

Más de 1.800 jardines botánicos, distribuidos en 145 países, conservan alrededor de una cuarta parte de la flora del mundo.

El Jardín Botánico Canario “Viera y Clavijo” del Cabildo de Gran Canaria, creado en 1952; el Jardín Botánico de Madeira del Gobierno Regional de Madeira, creado en 1960 y el Jardín Botánico de Faial (Azores) del Gobierno Regional de Azores, creado en 1986, están reconocidos como importantes centros de conservación e investigación de sus respectivas floras locales y de apoyo a la creación y gestión de espacios naturales. Estos Jardines son también ámbito de educación y cultura que pasa por la sensibilización y divulgación de la importancia que tiene la riqueza florística natural de sus respectivos archipiélagos. Son además un importante polo de atracción turística.

La conservación en bancos de semillas

Aunque existe un acuerdo unánime en que tendríamos que conservar las especies y sus hábitats (conservación in situ), poner en práctica este consenso es complejo y costoso por diversas razones. Por ello es necesario recurrir a otras medidas de conservación que permitan actuar de manera rápida y eficaz en los casos de mayor riesgo.

Los bancos de semillas están considerados como el método más seguro y eficaz de preservar la diversidad genética fuera del medio natural. El almacenamiento de semillas es una tecnología que permite satisfacer los objetivos del Convenio sobre Diversidad Biológica.

Un banco de semillas es una colección de semillas desecadas y conservadas en un ambiente a muy baja humedad y temperatura. Esto asegura su supervivencia durante décadas e incluso cientos de años. Estos bancos cumplen dos funciones esenciales: constituyen una ‘póliza de seguros’ para prevenir posibles extinciones y suministran material de gran diversidad genética que puede ser utilizado en investigación, en la recuperación de especies amenazadas y en la regeneración de ecosistemas empobrecidos.

Al mismo tiempo ofrecen muchas ventajas con respecto a otros métodos de conservación ex situ: la facilidad de mantenimiento de las semillas, la utilización de un espacio reducido para la conservación, la amplia variabilidad genética que contiene una muestra almacenada en un pequeño recipiente, la disponibilidad para uso inmediato de material (incluso de especies ya extinguidas en la naturaleza) proveniente de las más diversas localidades, y todo ello sin perjuicio alguno para las poblaciones naturales.

Los primeros bancos de semillas se crearon hacia la década de 1960 para conservar variedades locales de especies cultivadas (arroz, trigo, millo,...) que desaparecían debido al cultivo de variedades más productivas. La aplicación de esta técnica, para la conservación de la flora silvestre amenazada, apenas cuenta con 40 años de experiencia. El primer banco de semillas de especies silvestres se creó en España por el Profesor Gómez-Campo en 1965, en el Departamento de Biología Vegetal de la Universidad Politécnica de Madrid, pero actualmente, de los 1.800 jardines botánicos del mundo unos 200 ya disponen de bancos de semillas.

El Proyecto BASEMAC (2003-2005) permitirá el desarrollo de los Bancos de Semillas de los Jardines Botánicos de Macaronesia: el banco de semillas del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, creado en 1982 y segundo de España; el banco de semillas del Jardín Botánico de Madeira, creado en 1994 y el banco de semillas del Jardín Botánico de Faial creado en 2003, los cuales conservan más de 700 especies de plantas endémicas de Canarias, Madeira y Azores.

Estos bancos realizan intercambio de material con otros jardines y centros de investigación y forman parte de redes para el desarrollo de métodos de conservación.

El Proyecto Basemac: Banco de Semillas de Macaronesia

La Estrategia Global para la Conservación Vegetal, aprobada en La Haya en abril de 2002, - en el marco del Convenio sobre Diversidad Biológica - supuso el impulso definitivo para “tratar de frenar la pérdida actual y continua de la diversidad vegetal de nuestro planeta”.

La “Declaración de Gran Canaria,” Las Palmas de Gran Canaria, 4 de abril de 2000, fue el documento que sirvió de base para definir los 16 objetivos de esta Estrategia, que deben ser alcanzados en el año 2010 y entre los que figura que el 60% de las especies amenazadas en el mundo estén conservadas en colecciones ex situ.

Como participantes activos en el trabajo de la Estrategia Global para la Conservación Vegetal, tenemos también la obligación de estar a la vanguardia de adaptar y desarrollar sus objetivos a nivel regional.

BASEMAC: Banco de Semillas de Macaronesia, es un proyecto integrado en el Programa de Iniciativa Comunitaria Interreg III B, Azores- Madeira-Canarias 2000-2006, que constituye una apuesta para el desarrollo integrado de estas tres regiones en el espacio geográfico de Macaronesia.

BASEMAC es un proyecto de conservación y uso sostenible de la diversidad vegetal de los archipiélagos de Azores, Madeira y Canarias. Promueve la cooperación científica y técnica y la mejora de las instalaciones entre los tres Jardines Botánicos, a través del desarrollo de una Red de Bancos de Semillas.

Se propone salvaguardar a largo plazo la máxima variabilidad genética de las especies endémicas o de interés de la flora vascular de los archipiélagos de Macaronesia, a través del almacenamiento de semillas viables, para conservar las especies amenazadas, recuperar los ecosistemas degradados y la utilización sostenible de los recursos vegetales naturales.

Con esta finalidad se llevará a cabo un programa de recolección de semillas y se realizarán estudios para conocer la distribución de la diversidad genética en las poblaciones, a fin de garantizar semillas de calidad que representen una amplia proporción de la variabilidad genética natural y las condiciones de conservación que optimicen la germinación y propagación de las especies.

La creación de una Base de Datos de los recursos genéticos conservados y de los conocimientos derivados de la investigación, facilitará la comunicación y la información racionalizando el trabajo de la conservación.

El desarrollo de esta “red de cooperación transnacional” permitirá una planificación, gestión y conservación eficaz del exclusivo y singular patrimonio vegetal de esta región natural. Conservar la biodiversidad contribuirá al bienestar de la sociedad que la posee si sabe utilizarla sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras.


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