Presentación del nº 8 de Rincones del Atlántico, «Arquitectura y Paisaje, tomo II», en Santa Cruz de Tenerife

El próximo lunes 23 de junio a las 20:00 horas, presentaremos el nuevo número de Rincones del Atlántico, el tomo II de Arquitectura y Paisaje, en Santa Cruz de Tenerife, en el Salón Noble del Cabildo (primera planta del edificio del Cabildo).

En la presentación entregaremos los primeros ejemplares a los suscriptores que han colaborado en la campaña de crowdfunding. También celebraremos el sorteo de la campaña (les informaremos de los resultados), y entregaremos una serie limitada de 7 postales de fotografías de arquitectura tradicional (una de cada isla), que hemos hecho por el X aniversario de Rincones.
Hasta el próximo lunes, allí nos vemos.

Arquitectura y Paisaje. La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias

DEL árbol antiguo arrancado por el viento

nunca se vio el final de sus raíces;

eran como una esperanza grande,

y destruida.

José Jiménez Lozano

Este monográfico, editado por Rincones del Atlántico, está dedicado a la arquitectura tradicional de nuestras islas, especialmente a la doméstica, pero sin olvidar las otras arquitecturas rurales.

El tomo II, que ahora presentamos, abarca la información sobre El Hierro, La Gomera, La Palma, Tenerife y las haciendas occidentales; es el mas extenso de los que hemos publicado (464 páginas) y cuenta con casi dos mil fotografías con sus respectivos pies de fotos en los que se explica y se ubican los lugares y edificaciones fotografiados. Se incluyen en este tomo mapas antiguos y actuales, fotografías aéreas y, al final de cada capítulo, numerosas fotografías de “Ayer y hoy”, comparativa de imágenes antiguas y actuales en las que podemos ver cómo ha sido la transformación de nuestros caseríos y pueblos (están todos los municipios de las islas) al cabo de 50, 80 o incluso más de 120 años.

El tomo III, que esperamos editar antes de las próximas Navidades, se ocupará de Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote, las haciendas orientales y un capítulo final que recogerá una amplísima bibliografía sobre arquitectura canaria. En el tomo I, ya publicado, se agruparon una serie de trabajos que tienen como protagonista principal a la vivienda tradicional vista desde la óptica de diferentes especialidades (arquitectura, rehabilitación, historia, geografía, etnografía, botánica, arte, literatura…).

Estos tomos han sido realizados gracias al apoyo y colaboración de muchas personas, tanto a nivel técnico y material como económico, a través de la campaña de crowdfunding. Nos gusta este sistema de patrocinio, comunitario, transparente y de cooperación y apoyo mutuo, que permite que muchos sueños y proyectos puedan hacerse realidad, beneficiándonos todos. De forma parecida, a través de suscripciones y gracias al apoyo de muchas personas, en los siglos XIX y XX numerosas publicaciones pudieron ver la luz. Este fue el caso de la primera edición del Diccionario de historia natural de las islas Canarias de Viera y Clavijo, de la Historia natural de las islas Canarias de Webb y Berthelot, y de tantos periódicos y revistas que admiramos y que nos han precedido. Con la cooperación y la ayuda mutua, nuestros antepasados, protagonistas de este libro, lograron sobrevivir en tiempos de escasez y también progresar en épocas mejores. Nosotros hemos querido seguir su ejemplo, pues creemos en la gran energía transformadora de la solidaridad humana. Es un libro especialmente visual, con casi dos mil imágenes: mapas, pinturas, grabados, y, principalmente, fotografías (antiguas y actuales), cuidadosamente seleccionadas y muchas de ellas inéditas. Nos encontraremos con una parte de la mejor obra de la gran mayoría de los fotógrafos que han trabajado en el archipiélago y que han querido con su trabajo dejar constancia de un patrimonio esencial en la cultura de esta tierra. Que no se quede en el olvido esta arquitectura, fruto de la tradición, de la experiencia y el trabajo de las anteriores generaciones es nuestro mayor propósito.

Rincones del Atlántico rinde con este monográfico un homenaje a esta arquitectura situada en nuestros campos y a quienes la construyeron, utilizaron y habitaron, que pretende servir al mismo tiempo para darla a conocer, valorar y proteger. Es una arquitectura sencilla y armónica, sobria y funcional, pero extraordinariamente bella, que, estando tan cerca de nosotros, es al mismo tiempo una gran desconocida.

Herencia cultural de nuestros antecesores, nace y convive con la propia naturaleza. Sus materiales proceden de ella, muchas veces del mismo lugar en el que se construye la edificación: piedra, tierra, cal, madera… de ahí la sencillez y el equilibrio con el espacio que la rodeaba. Realizada con un enorme sentido práctico aprendido generación tras generación, principalmente por la necesidad de cobijo (la casa), o para realizar otras actividades relacionadas con el sustento (molinos, eras, hornos, cuadras, aljibes, salinas, caminos…), tiene también un gran sentido –muchas veces intuitivo– de la belleza. Son lugares útiles, construidos para la supervivencia, pero también estéticamente agradables y respetuosos y en armonía con el paisaje.

Es probablemente, junto al paisaje natural y al suelo agrícola, y además de los cascos históricos, el mayor patrimonio de estas islas, un tesoro de enorme valor que pertenece a todos y que, por desgracia, está desapareciendo de nuestros campos debido a su abandono, a la desidia, a la inexistente protección y a la carencia de criterio y sensibilidad en las rehabilitaciones, muchas de las veces debido a la ignorancia y a la falta de asesoramiento por personas preparadas, así como de información y documentación sobre el tema.

Es ésta la principal razón que nos ha animado a realizar este trabajo: el poder contribuir a impulsar una nueva visión y sensibilidad hacia este maltratado, poco conocido y cada día más escaso patrimonio.

Como les hemos contado, ha sido posible gracias a la labor de numerosas personas; realizado con amor, pasión, trabajo, tiempo, ¡cuánto tiempo, trabajo, pasión y amor de tantas generaciones que nos han precedido guarda entre sus páginas! Un pequeño cofre de papel que encierra una gran cantidad de tesoros, muchos de los cuales ya no volveremos a ver (excepto en fotos), ni a tocar, ni a disfrutar, y al que se le ha pegado algo del maravilloso trabajo artesano que realizaron nuestros antecesores. Era un reto y una responsabilidad hacerlo y mostrarlo dignamente: los protagonistas son ellos y el mérito es suyo. Ellos nos legaron este precioso patrimonio, fruto de la tradición, del buen gusto y del saber hacer, del conocimiento práctico que generación tras generación se fueron transmitiendo. Nosotros sólo queremos mostrar una pequeña parte de ese pasado para aprender un poco de él y así conocernos, saber quiénes somos, de dónde venimos, y recibir un poco de esa savia antes de que nos arranquen definitivamente de nuestras raíces.

Si quieren más información o colaborar como suscriptores en la campaña para la edición del tomo III, pueden visitar nuestra web: www.rinconesdelatlantico.com

“[…] la manera más efectiva de destruir el sentido de identidad de los pueblos es borrar el pasado, desmantelar y fragmentar sistemáticamente las historias que hasta el momento se han narrado entre sí acerca de sus propias vidas”.

John Berger

“Arquitectura que se genera en la colectividad, que es expresión unitaria del grupo social, la casa es también la muestra más visible y numerosa de la cultura popular, la que domina en el medio natural y redefine el paisaje.

En los edificios insulares asombra la adecuación al ambiente físico, el diálogo respetuoso con el entorno que proporciona la subsistencia. […] Algunos reductos, pocos ya, mantienen aún esa armonía entre el medio físico y el cultural, entre civilización y naturaleza”.

Fernando Gabriel Martín Rodríguez

Rincones del Atlántico 8: memoria de una arquitectura que desaparece.

Texto de la intervención de Faustino García Márquez en la presentación del nº 8 de Rincones del Atlántico: «Arquitectura y Paisaje». La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias». El jueves 12 de junio de 2014 en El Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria.

Rincones del Atlántico 8: memoria de una arquitectura que desaparece.

Hablar de arquitectura popular en el medio rural canario es hablar de un patrimonio cultural particularmente valioso y significativo. Un patrimonio, en primer lugar, más criollo que mestizo y muy parecido, por ello, a nuestra forma de hablar el español. Los elementos aborígenes de nuestra arquitectura y de nuestra lengua no son abundantes. Nos quedan las cuevas, usadas y habitadas una y otra vez hasta hoy, nos quedan los caminos, los caserones, las chozas y los goros aún reconocibles, como en la lengua nos quedan nombres de sitios, animales, plantas, edificaciones y alimentos. El resto de las arquitecturas y de las palabras vinieron de fuera, pero pronto adquirieron su propio carácter, se definieron como canarias y nos definieron también diferencialmente a nosotros. Porque el hecho de que sean más criollas que mestizas no las hace menos nuestras, menos definidoras de nuestra identidad, sino todo lo contrario.

Un patrimonio enraizado.

Las razones son obvias. Las arquitecturas, de un lado, tuvieron que adaptarse a las características de las islas y, por otra parte, ese proceso de adaptación, durante casi cinco siglos, se realizó desde su esencial aislamiento, a miles de kilómetros de los modelos originales, sin que durante todo este tiempo se importaran mas que algunas y muy tardías innovaciones materiales, como el vidrio, el hierro o la teja plana, mientras que otros elementos, como los techos de paja o colmo, se resistieron denodadamente a desaparecer, pese a su temprana y reiterada prohibición administrativa.

Lo que define, por tanto, a esta arquitectura es su profundo contacto con nuestro medio natural, social y económico. Las formas y las técnicas importadas tuvieron que plegarse a piedras diferentes, a maderas propias, a barros distintos. El espacio construido fue modelado una y otra vez para crecer orgánicamente al mismo ritmo que sus habitantes, para responder a los cambiantes modos de producción de una sociedad en formación y para dar respuesta a una naturaleza singular y variada, adaptándose al territorio, a la geografía, al clima y al lugar como ninguna otra arquitectura ha sido capaz de hacerlo en la historia de las islas, acumulando un consciente y sabio conocimiento del lugar. Tenía que ser así, porque dependían de ello para tener éxito, para sobrevivir. Equivocarse en el trazado de la acequia, la construcción del cercado o la elección del sitio y la orientación de la casa o del alpendre podía tener unas consecuencias desastrosas para la economía y la vida de las personas.

Por otra parte, hablamos de una sociedad agraria en formación, en lucha constante y en condiciones económicas permanentemente precarias. Por tanto, hablamos de una construcción simple, modesta, limitada, incluso pobre. Pero esa limitación constructiva no fue en absoluto impedimento para generar una arquitectura profundamente bella, tanto en sus propias formas como en la disposición de sus espacios y en la relación con el entorno natural y cultivado existente o creado a su alrededor, hasta lograr convertir a las edificaciones en elementos esenciales del paisaje y al paisaje en parte esencial de la propia arquitectura.

Como consecuencia de este largo, continuo y aislado proceso de adaptación, no ha habido una arquitectura sola, sino tantas como lugares, pero no tan diversas como podría esperarse. Las características geográficas, climáticas y productivas de cada lugar eran diferentes, como lo fueron los materiales disponibles en cada sitio y la tradición de las familias de carpinteros y albañiles que en cada comarca trabajaron, incomunicados unos de otros durante siglos por el mar, los riscos y los barrancos. Y, sin embargo, todas estas arquitecturas, tan separadas y desigualmente evolucionadas, se diferencian mucho menos de lo que aparentan, guardando siempre un parecido profundo, compartiendo un ADN común de una isla a otra, de la cumbre a la costa.

Pero justamente ese hondo enraizamiento en la realidad ambiental, social y económica de las Islas, que le otorga a nuestro patrimonio arquitectónico su enorme dimensión cultural e identitaria, ha sido también, como en las folletines del XIX, la causa de su perdición, en el sentido literal y físico de la palabra. Y este es el segundo punto que habría que resaltar: estamos hablando de un  patrimonio en extinción, de un patrimonio que se está perdiendo, que se desvanece.

Un patrimonio que se desvanece.

Después de casi cinco siglos de lenta y aislada evolución de las arquitecturas populares insulares, nuestro pequeño mundo comenzó a cambiar con una velocidad creciente. Desde de finales del siglo XIX y, sobre todo, a partir de mediados del siglo XX, cambiaron las comunicaciones externas e internas, cambió nuestra economía, y fuimos pasando desde las agriculturas costeras de exportación al cultivo no menos costero del turismo y la construcción. Cambiaron también los materiales: la piedra, el barro y la madera dejaron sitio a los bloques, el hormigón y el aluminio. Y las recién abiertas carreteras sirvieron, como siempre, para vaciar los interiores de las islas, para atraer a sus pobladores hacia los nuevos trabajos y los nuevos barrios improvisados donde, no lo olvidemos nunca, sus hijos tuvieron por fin la oportunidad de vivir otra vida, mucho mejor que la de sus padres y sus abuelos. Porque habitar ese medio rural y ese patrimonio edificado podría parecernos hermoso a nosotros, sus privilegiados visitantes ocasionales, pero era duro, enormemente duro para ellos. Y esa oportunidad de una nueva vida tuvo un alto precio.

Hemos perdido la mayor parte de nuestro patrimonio arquitectónico popular justamente porque estaba profundamente enraizado en la tierra y en la sociedad, y se le secaron las raíces: dejó de ser útil, dejó de ser necesario, dejó de ser adecuado y dejó de ser querido. Se quedó viejo, se quedó solo, y lo abatieron las lluvias y los vientos o los hombres y las modas; que tanto da.

Porque no solo cambió la economía; cambió la sociedad, cambiamos nosotros y nuestros sentimientos: todo lo moderno, brillante y útil estaba abajo, en la costa y las playas; todo lo viejo, oscuro e inútil estaba arriba, en las medianías y la cumbre. En los primeros 70 del pasado siglo, los habitantes de las cuevas nos miraban de canto cuando les pedíamos permiso para entrar, fotografiarlas y dibujarlas. Alguno nos contestó, desafiante, si veníamos a reírnos de ellos. Tenían conciencia de que la historia y la sociedad habían cambiado y los habían dejado fuera; pero la conversación terminaba rompiendo la coraza y debajo volvía a aflorar el viejo orgullo que aún llenaba de flores los patios y de recuerdos las estancias.

Nosotros, los profesionales, también contribuimos activamente a la pérdida de valor social de la arquitectura popular. Desde los años 20 del mismo siglo pasado, y como reflejo de la rancia escuela regionalista española, se comenzó a reinventar una arquitectura pretendida y pretenciosamente tradicional. Tras la guerra civil, esta corriente se transformó en el estilo oficial, el nacional-folklorismo: a los forjadores de aquel sepulcral imperio no les iba una arquitectura tan simple, funcional y hermosa como la desarrollada en el medio rural canario; había que complicarla, recargarla, desfigurarla. Y aparecieron masas edificadas fuera de escala, complicados juegos de volúmenes, arcos y curvas desconocidos, festines de piedra labrada, balcones abarrotados de madera y aleros increíbles con filas y filas de tejas. Estos complejos modelos cultos contribuyeron también a desprestigiar los limpios ejemplos de la arquitectura popular y han pervivido hasta hoy en forma de una querencia popular barroca expresada, cuanto menos, en espeluznantes ataques de balaustres en formación militar.

Mientras el patrimonio rural más aislado se abandonaba y arruinaba, la mejora de la accesibilidad y el boom demográfico comenzaron a llenar los asentamientos y los márgenes de las carreteras de gente que construía nuevas casas, ampliaba las viejas o, simplemente, las derribaba y sustituía. En uno y otro caso, usaron las formas y materiales de los nuevos modelos populares urbanos, los del bloque, el hormigón, la pared lisa, la azotea plana y la ventana de aluminio; los únicos modelos asequibles para la mayor parte de la población, porque rehabilitar, en el caso de que se hubiera querido, era un lujo inalcanzable. Aparecieron esas imposibles construcciones alongadas sobre las laderas de los barrancos, milagrosamente sostenidas por pírganos zancos de hormigón, y esas casas garajeras, empenicadas sobre una altísima planta baja que sigue esperando, melancólica, que el hijo pródigo, fracasado o hastiado de la construcción o el turismo, vuelva a la casa paterna y transforme el vacío en laborioso taller mecánico. Unas y otras fueron respuestas necesarias, desde el punto de vista económico y social, para solucionar un aterrador problema de vivienda que la sociedad cargó sobre las espaldas de los ciudadanos más necesitados.

La recuperación del patrimonio.

Y así, desde la conciencia de un patrimonio culturalmente valioso y socialmente significativo sometido a un proceso inexorable de abandono, mixtificación y sustitución, llegamos a la encrucijada final: qué hacer, que diría Vladimir Ilich Ulianov. Se creía en la antigüedad, o sea, hasta hace cinco o seis  años, que la salvaguarda del patrimonio común era, fundamentalmente, una obligación de los poderes públicos, mediante intervenciones directas de rehabilitación, mediante medidas económicas y legales de fomento de su conservación y, en última instancia, mediante el apoyo a los trabajos de investigación, documentación y difusión que contribuyeran a recuperar el aprecio, el conocimiento y la memoria de dicho patrimonio.

Y algo se hizo, todo hay que decirlo, especialmente en los núcleos poblados, con algunas compras, arreglos, rehabilitaciones y reutilizaciones más o menos afortunadas. Pero en los últimos años, también se deshizo y aún se amenaza con deshacer. Ustedes habrán oído hablar, seguramente, del Catálogo de Especies Protegidas que hace cuatro años sacó nuestro amado Gobierno regional con el benemérito fin de que una serie de pobres animales y plantas aborígenes en peligro de extinción se vieran arrojados a las tinieblas exteriores para que un puerto y algún innecesario megaproyecto más resultaran mejorados. Lo que quizás no sepan es que el patrimonio rural edificado ha seguido un camino paralelo. Y se los explico: en la legislación canaria del territorio se prohibió la edificación de nuevas viviendas en el medio rural, excepto en los asentamientos reconocidos por el planeamiento, pero se permitió la rehabilitación con destino a vivienda del patrimonio edificado con valor arquitectónico o etnográfico, como forma de conservarlo. Pues bien, hace cinco años, en la Ley de Medidas Urgentes, y ahora mismo, en la Ley de Armonización que se está tramitando en el Parlamento regional, se permite que dichas edificaciones sean no solo rehabilitadas, sino totalmente demolidas y reconstruidas. O sea, que para conservar el patrimonio cultural edificado, nada mejor que demolerlo y hacer una copia más o menos desafortunada de lo que había. Esperemos que ningún consejero o parlamentario canario llegue nunca a tener responsabilidad alguna en este Museo Canario, o en el Museo del Prado, si alguno llegara tan lejos, porque no dejaría momia ni menina con cabeza.

La otra preclara contribución del actual Gobierno regional a la conservación de nuestro patrimonio edificado ha sido el cierre del chorro económico o, más bien, del avaro riego por goteo, porque jamás se regó la cultura a manta en estas Islas. La excusa, no hace falta que se los diga y por eso se los digo, es la crisis, la justificación perfecta de todo este largo rimero de despojos y saqueos, de este sangriento ajuste de cuentas tan largamente soñado al que estamos asistiendo. Y entre las víctimas, la cultura canaria. ¿Para qué subvencionar la cultura si ya se subvencionan tradiciones inventadas, romerías imposibles, disfraces campesinos, ordeñadas en directo y programas televisivos de encefalograma plano? Como dijo Harold Pinter “para mantener ese poder es esencial que la gente permanezca en la ignorancia, que vivan en la ignorancia de la verdad, incluso de la verdad de sus propias vidas”.

Rincones y la sociedad civil.

Frente a la inacción o la perniciosa acción de los poderes públicos, solo quedamos los ciudadanos, solo queda la sociedad civil. Una sociedad civil que fue capaz de crear y es capaz aún de contribuir a mantener el Museo Canario; una sociedad civil que ha sido y sigue siendo capaz de sustituir a la iniciativa oficial en materia de patrimonio popular edificado, en lo que tiene que ser el principal objetivo: su estudio, documentación y difusión.

Esta acción, en su dimensión contemporánea, se inició hace 40 años, con un artículo de José Pérez Vidal, aportando datos para el estudio de la vivienda canaria en el Anuario de Estudios Atlánticos de 1967. Siguieron una serie de publicaciones, que abrió César Manrique en 1974, con su magnífico libro sobre la arquitectura inédita de Lanzarote y siguieron Adrián Alemán escribiendo sobre Masca, en 1975, Fernando Gabriel Martín con su completísimo libro sobre la arquitectura doméstica canaria, de 1978, y José Miguel Alonso Fernández Aceytuno con su estudio sobre la arquitectura popular de Fuerteventura, de 1979. En medio, en 1977, nos tocó a un pequeño grupo de fotógrafos y arquitectos de diferentes islas realizar el capítulo sobre la arquitectura popular canaria en el V tomo del monumental libro de Carlos Flores sobre la Arquitectura Popular Española. Allí estábamos Paco Ojeda, Francisco Rojas Fariña y Carlos Schwartz, Luis Alemany y Sebastián Matías Delgado.

Treinta años y bastantes libros después, en 2008, salió el primer monográfico que dedicó Rincones del Atlántico a la Arquitectura y el Paisaje canarios, del que se presenta el segundo tomo y del que veremos en diciembre el tercero. Se trata, sin duda, de la obra más extensa y completa que se haya realizado nunca sobre la arquitectura popular canaria, y la más ampliamente ilustrada, no solo con fotografías actuales, sino con un gran número de imágenes de arquitecturas desaparecidas, desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, y con planos y perspectivas comparadas de los paisajes rurales antes y después de que el mundo cambiara. Y esta tarea, como los otros seis números de la revista Rincones del Atlántico, ha sido, a lo largo de más de diez años, el maná que esperábamos. Aunque no era un milagro, sino algo mucho más hermoso y humano: una auténtica heroicidad, una victoria tras otra sobre las políticas activas y pasivas de desculturación y de manipulación de la identidad.

Han sido diez años de pertinaz, entusiasta y personal empeño del editor de Rincones para sacar a pulso los ocho números anteriores, y la larga convivencia con la heroicidad podría reducir nuestra apreciación de lo realizado, pero no hay mengua de tamaño ni de brillo que valga, porque en las actuales circunstancias políticas, que no económicas, la edición de este número 8 de la Revista, segundo volumen de “La Arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias”, y la promesa inmediata del tercero le devuelven a la empresa todo su ciclópeo tamaño, su brillante apresto y su encendido color; nos devuelven a todos nosotros la impagable memoria de una arquitectura que desaparece; y le devuelven a Daniel Fernández Galván ese carácter imprescindible que reservó Bertolt Brecht para los luchadores incansables.

Presentación del nº 8 de RINCONES DEL ATLÁNTICO, por Víctor Montelongo Parada

Presentación del nº 8 de RINCONES DEL ATLÁNTICO

EL MUSEO CANARIO                   Jueves, 12 de junio de 2014   20:00 hs

Por Víctor Montelongo Parada, presidente de El Museo Canario

Buenas tardes. Sean mis primeras palabras para agradecer en nombre de El Museo Canario a Daniel Fernández Galván, que me acompaña en esta Mesa, director de la revista RINCONES DEL ATLÁNTICO, el haber elegido esta casa para la presentación del nº 8 de la colección, dedicado a la  Arquitectura y Paisaje, correspondiente al Tomo II de LA ARQUITECTURA TRADICIONAL EN EL MEDIO RURAL DE CANARIAS, título que justifica sobradamente que nos acompañe el arquitecto y profundo conocedor del territorio de todas nuestras Islas, Faustino García Márquez. Deseo que todos los asistentes se sientan como en propia casa y disfruten de la que estoy seguro será una enriquecedora jornada.

Antes de dar la palabra a los verdaderos protagonistas de este acto -Daniel, porque es quien mejor conoce los entresijos de la obra que hoy vemos culminada y, Faustino, por su cualificación técnica para comentar el trabajo en ella reflejado-  me gustaría compartir con Vds., a modo de contexto, mi impresión de estos 10 años de RINCONES DEL ATLÁNTICO, con sus siete volúmenes (uno de ellos doble) ya editados: de entrada vaya nuestra admiración a su director por la constancia y tesón demostrado y, entrados en materia, RINCONES DEL ATLÁNTICO para los que amamos los libros es un goce intelectual y visual. Su cuidado maquetado junto a la riqueza y calidad de sus ilustraciones ya la hacen atractiva a un primer golpe de vista; si a esto unimos el alto nivel de los profesionales que firman los artículos, es más que suficiente para concluir que hablamos de una revista divulgativa del máximo nivel, cuyo foco de atención es este rincón del Atlántico medio-nororiental donde un puñado de Islas comparten una muy singular naturaleza e historia.

Si con la perspectiva del tiempo repasamos los números hasta hoy editados, aún llenos de actualidad, constatamos la ingente información registrada entre sus páginas: la relativa a las últimas novedades en materia de publicaciones, la contenida en los propios artículos que conlleva valiosas referencias bibliográficas y la difusión de todo un repertorio de imágenes entresacadas de los más diversos fondos fotográficos y que, desde el nacimiento de la fotografía hasta nuestros días y, en particular, para el caso de Canarias, nos acercan de forma excepcional a lo que ha sido el devenir de estas islas. Muchos de sus personajes, anónimos, nos trasladan a quienes fueron nuestros más inmediatos antepasados, sorprendidos en su quehacer cotidiano. Los más pudientes y los menos. No ha pasado tanto tiempo ¿Poco más de medio siglo? y quedamos sorprendidos al ver a los carpinteros de ribera, en el Puerto de la Cruz, afanados entre las cuadernas; las yuntas de vacas surcando los campos de Canarias o los camellos atareados en las labores agrícolas. En muchas de estas fotos vemos también una denuncia social: conmueven esas imágenes de campesinas ataviadas con sus mejores galas y al profundizar en el detalle…descalzas; los niños desharrapados, los mendigos…pero están ahí, es parte de lo que fuimos.

Un aspecto que destacaría en RINCONES DEL ATLÁNTICO es su transversalidad: arte y paisaje,  letras y naturaleza, campo y ciudad, pasado, presente y futuro de estas islas atlánticas; localismo y universalidad. Por sus páginas se asoman las biografías de José de Viera y Clavijo, Nicolás Estévanez Murphy, Gregorio Chil y Naranjo, Pedro Maffiotte Arocha, Pedro García Cabrera, Pedro Lezcano Montalvo…y tantos otros, pero también la de pinos, castaños, higueras, dragos, lagarto gigante gomero, el pinzón azul, el guirre…y en su visión global de la macaronesia, además de artículos dedicados a los archipiélagos hermanos de Azores, Madeira y Cabo Verde y al enclave continental del noroeste africano, igualmente le presta atención a los más pequeños representantes: el archipiélago Chinijo e Isla de Lobos. Aquí y allá RINCONES DEL ATLÁNTICO, las más de las veces detalladamente, otras entre líneas, nos ofrece datos que actualizan nuestro conocimiento de las singularidades de las Islas, desde el acercarnos al conocimiento de los siempre sorprendentes hallazgos de nuevas especies, sean animales o vegetales, hasta la puesta al día del otrora controvertido origen geológico de las Islas.

Otro aspecto que igualmente destaca en RINCONES DEL ATLÁNTICO, con visión de futuro, es su apuesta por la sostenibilidad, con artículos que abarcan desde la agricultura ecológica, gestión de residuos, potabilización, depuración de aguas residuales y recursos energéticos. En este punto, a ninguno de nosotros se nos escapa que la seguridad alimentaria y energética es uno de los temas más candentes de las sociedades de nuestro tiempo lo que, probablemente, aunque no sea con estas palabras, ha sido una de las constantes de la Humanidad, que arranca con los primitivos asentamientos en las cercanías de cursos de agua y la utilización de la leña como combustible. Canarias, al decir de los expertos, es un lugar privilegiado en cuanto a energías renovables y, en esta materia, los avances técnicos en los últimos 25 años han sido espectaculares. En cuanto a la seguridad alimentaria, cierto que nuestros recursos son limitados, pero además se agrava en la necesaria seguridad hídrica, constatada la gran dependencia de algunas islas respecto a las desaladoras. Si pensamos en algo tan sencillo como la lapidaria e incontestable frase ‘sin agua no hay vida’ inevitablemente para unas islas oceánicas y superpobladas, el binomio agua-energía debiera ser la prioridad número uno. De todo ello nos da cuenta, amplia, sencilla y amenamente, RINCONES DEL ATLÁNTICO.

En cuanto al número 8 que hoy presentamos poco voy a decir porque, como adelanté, para comentarlo, con mucho más conocimiento, tenemos aquí a Faustino García Márquez. Lo que más nos llama la atención de esta arquitectura tradicional en el medio rural a   las personas que tenemos una formación naturalista, familiarizados con el medio natural canario, es el conocimiento que, de éste, tuvieron quienes construyeron el complejo patrimonio asociado a las actividades agropecuarias. A título de ejemplos, previeron el comportamiento de los desplomes de los riscos, con viviendas construidas en los lomos muertos y con frecuencia orientadas en función de los vientos dominantes y, en el caso de las eras, muchas adecuadas a los vientos de ladera. Destaca la sabia utilización de los recursos a su alcance, como los distintos tipos de piedra en función del elemento a construir, los barros y arenas para la confección de las tejas o la de las maderas que les ofrecían los árboles de su entorno.

Para finalizar y, a modo de resumen, creo que RINCONES DEL ATLÁNTICO,  en estos diez años, entre sus páginas, además de hacernos tomar conciencia de nuestro pasado y ponernos al día en nuestro presente,  nos deja entrever que un futuro más esperanzador es posible. Muchas gracias a Daniel Fernández Galván por este regalo, impagable, que nos hace con su publicación y, a todo Vds., por su atención.

Víctor Montelongo Parada

Presentación de Arquitectura y Paisaje en El Museo Canario

El próximo jueves 12 de junio a las 20:00 h. presentaremos el nuevo número de Rincones del Atlántico, el tomo II de Arquitectura y Paisaje, en Las Palmas de Gran Canaria, en El Museo Canario (C/ Dr. Verneau, 2, Vegueta). En la presentación entregaremos los primeros ejemplares a los suscriptores que han colaborado en la campaña de crowdfunding y entregaremos una serie limitada de 7 postales de fotografías de arquitectura tradicional (una de cada isla), que hemos hecho por el X aniversario de Rincones.

Hasta el jueves, allí nos vemos.

Arquitectura y Paisaje. La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias

DEL árbol antiguo arrancado por el viento

nunca se vio el final de sus raíces;

eran como una esperanza grande,

y destruida.

José Jiménez Lozano

Este monográfico, editado por Rincones del Atlántico, está dedicado a la arquitectura tradicional de nuestras islas, especialmente a la doméstica, pero sin olvidar las otras arquitecturas rurales.

El tomo II, que ahora presentamos, abarca la información sobre El Hierro, La Gomera, La Palma, Tenerife y las haciendas occidentales; es el mas extenso de los que hemos publicado (464 páginas) y cuenta con casi dos mil fotografías con sus respectivos pies de fotos en los que se explica y se ubican los lugares y edificaciones fotografiados. Se incluyen en este tomo mapas antiguos y actuales, fotografías aéreas y, al final de cada capítulo, numerosas fotografías de “Ayer y hoy”, comparativa de imágenes antiguas y actuales en las que podemos ver cómo ha sido la transformación de nuestros caseríos y pueblos (están todos los municipios de las islas) al cabo de 50, 80 o incluso más de 120 años.

El tomo III, que esperamos editar antes de las próximas Navidades, se ocupará de Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote, las haciendas orientales y un capítulo final que recogerá una amplísima bibliografía sobre arquitectura canaria. En el tomo I, ya publicado, se agruparon una serie de trabajos que tienen como protagonista principal a la vivienda tradicional vista desde la óptica de diferentes especialidades (arquitectura, rehabilitación, historia, geografía, etnografía, botánica, arte, literatura…).

Estos tomos han sido realizados gracias al apoyo y colaboración de muchas personas, tanto a nivel técnico y material como económico, a través de la campaña de crowdfunding. Nos gusta este sistema de patrocinio, comunitario, transparente y de cooperación y apoyo mutuo, que permite que muchos sueños y proyectos puedan hacerse realidad, beneficiándonos todos. De forma parecida, a través de suscripciones y gracias al apoyo de muchas personas, en los siglos XIX y XX numerosas publicaciones pudieron ver la luz. Este fue el caso de la primera edición del Diccionario de historia natural de las islas Canarias de Viera y Clavijo, de la Historia natural de las islas Canarias de Webb y Berthelot, y de tantos periódicos y revistas que admiramos y que nos han precedido. Con la cooperación y la ayuda mutua, nuestros antepasados, protagonistas de este libro, lograron sobrevivir en tiempos de escasez y también progresar en épocas mejores. Nosotros hemos querido seguir su ejemplo, pues creemos en la gran energía transformadora de la solidaridad humana. Es un libro especialmente visual, con casi dos mil imágenes: mapas, pinturas, grabados, y, principalmente, fotografías (antiguas y actuales), cuidadosamente seleccionadas y muchas de ellas inéditas. Nos encontraremos con una parte de la mejor obra de la gran mayoría de los fotógrafos que han trabajado en el archipiélago y que han querido con su trabajo dejar constancia de un patrimonio esencial en la cultura de esta tierra. Que no se quede en el olvido esta arquitectura, fruto de la tradición, de la experiencia y el trabajo de las anteriores generaciones es nuestro mayor propósito.

Rincones del Atlántico rinde con este monográfico un homenaje a esta arquitectura situada en nuestros campos y a quienes la construyeron, utilizaron y habitaron, que pretende servir al mismo tiempo para darla a conocer, valorar y proteger. Es una arquitectura sencilla y armónica, sobria y funcional, pero extraordinariamente bella, que, estando tan cerca de nosotros, es al mismo tiempo una gran desconocida.

Herencia cultural de nuestros antecesores, nace y convive con la propia naturaleza. Sus materiales proceden de ella, muchas veces del mismo lugar en el que se construye la edificación: piedra, tierra, cal, madera… de ahí la sencillez y el equilibrio con el espacio que la rodeaba. Realizada con un enorme sentido práctico aprendido generación tras generación, principalmente por la necesidad de cobijo (la casa), o para realizar otras actividades relacionadas con el sustento (molinos, eras, hornos, cuadras, aljibes, salinas, caminos…), tiene también un gran sentido –muchas veces intuitivo– de la belleza. Son lugares útiles, construidos para la supervivencia, pero también estéticamente agradables y respetuosos y en armonía con el paisaje.

Es probablemente, junto al paisaje natural y al suelo agrícola, y además de los cascos históricos, el mayor patrimonio de estas islas, un tesoro de enorme valor que pertenece a todos y que, por desgracia, está desapareciendo de nuestros campos debido a su abandono, a la desidia, a la inexistente protección y a la carencia de criterio y sensibilidad en las rehabilitaciones, muchas de las veces debido a la ignorancia y a la falta de asesoramiento por personas preparadas, así como de información y documentación sobre el tema.

Es ésta la principal razón que nos ha animado a realizar este trabajo: el poder contribuir a impulsar una nueva visión y sensibilidad hacia este maltratado, poco conocido y cada día más escaso patrimonio.

Como les hemos contado, ha sido posible gracias a la labor de numerosas personas; realizado con amor, pasión, trabajo, tiempo, ¡cuánto tiempo, trabajo, pasión y amor de tantas generaciones que nos han precedido guarda entre sus páginas! Un pequeño cofre de papel que encierra una gran cantidad de tesoros, muchos de los cuales ya no volveremos a ver (excepto en fotos), ni a tocar, ni a disfrutar, y al que se le ha pegado algo del maravilloso trabajo artesano que realizaron nuestros antecesores. Era un reto y una responsabilidad hacerlo y mostrarlo dignamente: los protagonistas son ellos y el mérito es suyo. Ellos nos legaron este precioso patrimonio, fruto de la tradición, del buen gusto y del saber hacer, del conocimiento práctico que generación tras generación se fueron transmitiendo. Nosotros sólo queremos mostrar una pequeña parte de ese pasado para aprender un poco de él y así conocernos, saber quiénes somos, de dónde venimos, y recibir un poco de esa savia antes de que nos arranquen definitivamente de nuestras raíces.

Si quieren más información o colaborar como suscriptores en la campaña para la edición del tomo III, pueden visitar nuestra web: www.rinconesdelatlantico.com

“[…] la manera más efectiva de destruir el sentido de identidad de los pueblos es borrar el pasado, desmantelar y fragmentar sistemáticamente las historias que hasta el momento se han narrado entre sí acerca de sus propias vidas”.

John Berger

 

“Arquitectura que se genera en la colectividad, que es expresión unitaria del grupo social, la casa es también la muestra más visible y numerosa de la cultura popular, la que domina en el medio natural y redefine el paisaje.

En los edificios insulares asombra la adecuación al ambiente físico, el diálogo respetuoso con el entorno que proporciona la subsistencia. […] Algunos reductos, pocos ya, mantienen aún esa armonía entre el medio físico y el cultural, entre civilización y naturaleza”.

Fernando Gabriel Martín Rodríguez


XX ANIVERSARIO COLECTIVO AGUERE DE SALTO CANARIO. XV FIESTA HOMENAJE AL REGATÓN

Queridas/os amigas y amigos:
El próximo jueves 5 de junio, nos han invitado a dar una charla sobre Rincones del Atlántico y el monografico de arquitectura tradicional: Arquitectura y Paisaje, cuyo tomo II, que corresponde al número 8 de Rincones del Atlántico, está a punto de ver la luz en estos días.
Será en la Casa del Ganadero, en La Laguna (Camino de San Diego, nº 74) a las 19:30 h.
Allí nos vemos.

XX ANIVERSARIO COLECTIVO AGUERE DE SALTO CANARIO.

XV FIESTA HOMENAJE AL REGATÓN

Programa de actos:

Del 2 al 8 de junio de 2014:

Charlas-debates de lunes a sábado a las 19.30 horas en La Casa del Ganadero (Cm. San Diego, 74 La Laguna) con las siguientes temáticas:

· Lunes 2: La enseñanza del Silbo Gomero en Tenerife (Tres experiencias diferentes) con Rogelio Botanz, Arón Morales y David Díaz

· Martes 3: Cazoletas y Canalillos por Máximo Hdez. y Grabados de Tenerife con Francisco de la Rosa

· Miércoles 4: Cuentacuentos con Juan Carlos Tacoronte.y Valentin Benítez

· Jueves 5: Charla sobre “Rincones del Atlántico” y el nuevo tomo de Arquitectura y Paisaje. La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias, con Daniel Fernández.

· Viernes 6: Canaricultura con Juan Pedro Rodríguez

· Sábado 7: Vídeo XX Aniversario y mesa redonda.

Sábado 7: Excursión (Subida por La Goleta y bajada por La Aguacada, Bajamar-La Punta) saliendo a las 8.00 horas desde el local del Colectivo en el Estadio Fco. Peraza de La laguna (Campo de La Manzanilla). Habrá una versión para caminantes y hay que llevar comida y agua.

Domingo 8: XV Fiesta Homenaje al Regatón, a las 11.00 en el local del Colectivo en el Estadio Fco. Peraza de La laguna, con juegos, concursos, parrandas (grupo La Tabona), …

Todas las actividades son de entrada libre. Se ruega inscripción a la excursión o si necesitan alojamiento.

Inscripciones en: colectivoagueredesaltocanario@gmail.com

Rincones del Atlántico en el Festival Internacional de Cine Medioambiental de Canarias

Festival Internacional de Cine Medioambiental de Canarias

Garachico, del 28 de mayo al 1 de junio de 2014.

Queridas amigas y amigos: Nos han invitado a participar en el Festival de Cine Medioambiental de Garachico.
El viernes 30, día de Canarias, a las 13:00 h. estaremos en el Convento de San Francisco donde hablaremos de Rincones del Atlántico y del monográfico «Arquitectura y Paisaje. La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias» y especialmente sobre el tomo II, dedicado a las Islas occidentales, que está a punto de ver la luz. Nos hubiese gustado tener ya el libro para esta fecha, pero por retrasos en la imprenta, aunque ya está impreso, no estará terminado de encuadernar (será en tapa dura), es probable que lo esté para finales de la siguiente semana. No obstante, tendremos algunos ejemplares encuadernados manualmente para que lo puedan ver y proyectaremos imágenes del libro. En junio lo presentaremos en Tenerife y en Gran Canaria donde entregaremos los primeros ejemplares a quienes han colaborado en la campaña de crowdfunding y un poco más adelante lo haremos en otras islas.
Les avisaremos con antelación y muy pronto, de las fechas y lugares de las presentaciones.
Muchas gracias a todos y a todas por el apoyo y la confianza.
A las 12:00 h., una hora antes, se proyectará el cortometraje de Pedro Felipe «Parque Nacional del Teide». Allí estaremos.
¡Nos vemos el viernes 30 en Garachico!

Todavía puedes colaborar en la campaña: http://www.rinconesdelatlantico.es/crowdfunding.php


Echa una mano para que la Consejería de Educación no tale un laurel de Indias monumental

Estimados amigos/as y demás personas «piadosas»:

Les adjunto con esta información una hoja de recogida de firmas, que pueden imprimir y multiplicar las veces que quieran, a fin de recabar firmas para conseguir que desde  la Consejería de Educación, Universidades y Sostenibilidad del Gobierno de Canarias no aprueben la tala un monumental laurel de Indias (Ficus microcarpa), de más de 40 años de antigüedad, que crece en el Instituto de Educación Secundaria del Lomo Apolinario, en Las Palmas de Gran Canaria.

Sí, ya saben que en esta tierrita nuestra, los árboles si no dan leña o fruto para exportar (Tomás Morales, Alonso Quesada y González Díaz se ocuparon bastante de ese asunto…), no sirven para nada. En este caso, están previstas unas obras en dicho Instituto y como el árbol causó en su momento algunos problemas con las raíces, ahora la «solución» que se plantea es talarlo. Lo cierto es que hay alternativas viables y técnicamente posibles,  a tamaño disparate, pero al parecer lo más «fácil» es cortar uno de los pocos árboles monumentales con que cuenta Las Palmas de Gran Canaria. Ya en su momento se logró parar lo que pretendía ser otra tala masiva, palmeras incluidas,  y de hecho este árbol sufrió un «terciado» de algunas ramas, pero se encuentra perfectamente sano y dando sombra, salud ambiental y también cobijo, a infinidad de aves. Como maestro me pregunto: ¿Cómo  se puede después dar clase de Educación Ambiental en un centro educativo en el que se talan árboles…? ¿Seguiremos celebrando luego el Día del Medio Ambiente, el Día del Árbol, el Día de la Tierra, Apaga la Luz por el Planeta… incluso el Día de Canarias (bueno eso sí, que con papas, mojo y timple, se es más canario qu´el carajo…)?

El «desinterés» es tal, o más bien el odio visceral a lo verde, que desde dicha Consejería, uno de sus responsables «aconsejó» incluso a la Directiva de dicho centro educativo la tala, claro que verbalmente, para que las responsabilidades cayeran en otros… El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, como no cabía esperar obra cosa, se ha desentendido del tema.
Creo que si el asunto sale en la prensa, se reúnen algunos cientos (¿miles…?) de firmas, ese pedazo de Consejero de la «EDUCACIÓN» (¿ambiental?) y la «SOSTENIBILIDAD», tendrá algo que decir… y decidir.
No, no estamos hablando de la Selva Amazónica, ni de la Selva Ecuatorial africana, o de los bosques rusos… Eso nos queda muy lejos. Este es SOLO UN ÁRBOL, de los poquitos con que cuenta Las Palmas de Gran Canaria y que podemos SALVAR con unas firmas… (¡¡¡Al menos eso esperamos!!!).
Si quieres colaborar, imprime la hoja de firmas e intenta conseguir cuantas puedas. Está abierto a todo el mundo, incluso de fuera de la Macaronesia… La idea es tenerlas recogidas a mediados de JUNIO. Luego se ponen en contacto conmigo para retirarlas donde me digan: rubennaranjorodriguez@gmail.com
Rubén Naranjo Rodríguez

Hace casi un siglo, la ciudadanía de Las Palmas asistía a la tala de un monumental laurel de Indias que crecía frente al Gabinete Literario, víctima de unas “reformas” municipales. Alonso Quesada, sensible y sensato cronista de la ciudad, le dedicó un artículo en la prensa, que aquí se reproduce. En su homenaje, valora la sociedad en la que le ha tocado vivir y critica la desidia y el desinterés ciudadano ante tal hecho. Que cada cual establezca las relaciones que quiera, con la pretendida tala del laurel del Lomo Apolinario.

ALONSO QUESADA. Por qué desaparece el laurel.

Porque sobresale. El laurel no puede continuar en alto. Y enfrente del Casino, menos. Es la perenne historia insular. El rodillo nivelador de que nos habló en memorable fecha don Luis Millares. Hemos pasado junto al laurel herido. Durante muchos años se irguió gallardo, superior, espléndido. Pero los hombres pequeñitos diéronse cuenta de que el laurel les vencía en estatura y han acordado suprimirlo. Es un caso de envidia provinciana.

Era lo más ilustre de la ciudad. Tenía un prestigio antiguo y simbólico. No pudo ofrecer sus ramas para conocer a los hombres locales y él mismo se servía de ellas sobre su testa gloriosa, porque era el mejor de los nacidos. Hoy, medio derrumbado, no abate sin embargo su gesto de desdén orgulloso. Cercenarán sus ramas, machacarán su hojas. Quedará el laurel incólume, altivo. Las raíces se extienden largamente; cuando el tronco esté astillado, las raíces perdurarán escondidas, asqueadas bajo la tierra.

Estos hombres pasan junto al laurel indiferentes. Nadie se ha conmovido. Era la sombre ilustre de los profesionales, de los hombres que pretenden ser inteligentes. Nada ha perdurado tan firmemente como el laurel amigo. Y no era posible tolerarlo más. Ahora hay mucha gente que quiere ser más alta que él y que era mucha la sombra que proyectaba.

Se nos va. No han sabido amarlo ni comprenderlo. Pasó sobre los años respetado por los espíritus de ayer. Tenía la altura desmesurada y las ramas famosas para la alegoría genial. Pero, ¿para qué había de quedar ahora, en un lugar donde los hombres se coronan sólo de usura, él que es puro, amplio, infinito?

Despidamos al viejo amigo. Lloremos en silencio y a escondidas de la muerte [faltan palabras en el periódico original]… daces de la ínsula todos iguales.

Ya no habrá nadie más alto.

Recogida de firmas árbol Instituto

El “laurel de la Alameda” en 1920

 

 


«Las Casas del Camino Real» colabora en la campaña de Rincones del Atlántico

Las Casas del Camino Real colabora como copatrocinador en la campaña de crowdfunding que estamos llevando a cabo para poder publicar los dos nuevos números de Rincones del Atlántico dedicados a la arquitectura tradicional de Canarias: “Arquitectura y Paisaje. La arquitectura tradicional en el medio rural de Canarias». Tomo II y tomo III. Agradecemos a sus propietarios, Mita y Nicolás, su apoyo y colaboración.

Conocidas como «El caserío del camino real», es uno de los mejores ejemplos (además  escasos) de hacienda rural del sur de Tenerife. Su construcción data del siglo XVII.

Las casas se encontraban en un lamentable estado de abandono, como ocurre con la mayor parte del patrimonio arquitectónico tradicional en el medio rural de las islas.

Con no poca energía y con mucha sensibilidad, Mita y Nicolás emprendieron la aventura de recuperar este interesante conjunto arquitectónico, que iba camino de desaparecer como ha pasado y sigue pasando con tantos otros inmuebles históricos y emblemáticos de nuestras islas.

Ha sido una restauración ejemplar que conocemos casi desde su inicio, pues Nicolás nos invito a visitar las casas al poco tiempo de empezar las obras. Se ha respetado al máximo las  estructuras y los detalles originales y se han utilizado los materiales naturales con los que se realizó la obra primigenia: básicamente: cal, piedra y madera y cuyo resultado final incrementa notablemente el valor, la solidez y calidad de la edificación.

Enhorabuena, muy pocos se han atrevido a prescindir del cemento y trabajar con un material tan noble y de mucha mejor calidad como es la cal, cuando se sabe emplear correctamente (junto a la piedra y a la madera de calidad, principalmente tea). Aquí tenemos el resultado, una obra modélica. Ojalá pueda servir de ejemplo de cómo hacer las cosas bien (incrementando además, y mucho, el valor final)  a otros proyectos de rehabilitación que se emprendan en el futuro.

Pero mejor que ellos nos expliquen como ha sido todo el proceso:

Nuestra historia

Solíamos visitar las casas del Camino Real; nos encantaba imaginar como era la vida en esa época y , después de pasear por sus alrededores, como lo había hecho tantas veces cuando era un chiquillo, sentía inexplicablemente la fuerza de mi familia,  que durante varias generaciones había sido propietaria de una parte de esa gran casa.

Las tardes de verano en el Camino Real con el medianero, sus hijos y mi hermano quedaron atrás; ahora era mi mujer la que me acompañaba a recordar mi infancia.

Las visitas al principio eran dispersas, pero , sin darnos cuenta, se fueron haciendo cada vez más frecuentes. La fuerza del caserío nos fue envolviendo, su portada, su patio, sus distintas estancias,.. y  empezó a ser parte de nuestra vida.

Queríamos que se conservara, pero en cada visita podíamos observar como  se caía poco a poco. No podía terminar así la historia  de unas casas que llegaron a ser un símbolo de identidad del pueblo.

Así que un día, a pesar de las distintas opiniones y después de madurar mucho la idea, decidimos restaurar el caserío y hacerlo habitable. Empezamos a trabajar duro para conseguir nuestros objetivos. De los problemas que nos encontramos, no vamos a hablar, tampoco del tiempo,…sólo queremos dar las gracias a todos los que han hecho posible que nuestro sueño sea  una realidad.

La restauración

La recuperación del caserío comenzó con las tareas de limpieza, en los primeros meses del año 2010, y concluyó casi dos años y medio después.

Los trabajos consistieron en la rehabilitación integral del conjunto de edificaciones históricas conocido popularmente como “Caserío del Camino Real” de Fasnia, edificado en el siglo XVII por la familia Delgado Mejías, con portada adintelada con triple almena, casa principal, bodegas, establos y almacenes, edificios todos ellos construidos con piedras de toba labradas y maderas de calidad.

Su construcción responde a la arquitectura doméstica tradicional canaria, y tuvimos la suerte de haberse conservado hasta nuestros días la práctica totalidad de las estructuras edificatorias, constituyendo uno de los mejores ejemplos de haciendas rurales en el sur de Tenerife, razones por las que había sido incluida dentro del catálogo de bienes históricos del municipio de Fasnia.

El objetivo era claro y el arquitecto, Pepe Sánchez, lo captó perfectamente desde el principio.

Su minuciosa restaración se orientó a la conservación y puesta en valor de los inmuebles históricos y de su entorno rural. En el proceso de rehabilitación y restauración se han empleado las técnicas y los materiales de construcción tradicionales de la época y de la zona, tales como maderas de tea, tejas de barro, losa chasnera, cal para el revestimiento de los muros de piedra y barro, etc… Al mismo tiempo que se conservaban todos los elementos que resistieron el paso del tiempo, se ha procurado dotar a las viviendas de las condiciones de comodidad que exigen los tiempos actuales, empleándose los materiales y equipamientos más modernos en las dependencias hasta ahora inexistentes, principalmente cocinas y cuartos de baño.

La calidad del proyecto de rehabilitación fue reconocida mediante la concesión del Premio Paisaje de Tenerife en su II edición, por parte del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife.

La finca

La finca está situada en el Sur de la isla de Tenerife (Islas Canarias, España), en un pueblo de las medianías, que se llama Fasnia. La componen cuatro casas, conocidas como Las Casas del Camino Real por su proximidad a la antigua calzada de piedra que permitía la unión de Fasnia con otros municipios de la isla.

Es un conjunto de cuatro casas de arquitectura tradicional canaria, construidas en el Siglo XVII,  perfectamente rehabilitadas, que se alquilan de forma independiente como CASAS RURALES, con distintas capacidades y diferentes precios y que cuenta, además, con diversas instalaciones comunes (piscina, solarium, jacuzzi, baño turco, sauna, ducha escocesa…) que las hacen irresistibles.

Las casas rurales se encuentran a 380 metros sobre el nivel del mar, en un entorno agrícola  poco alterado que se localiza en las proximidades de Fasnia. Su situación es inmejorable, pues combina la tranquilidad del campo que las rodea con la cercanía a la costa, de la que dista apenas seis kilómetros.

LAS CASAS:

Casa El Alpendre


 

 

 

 

Casa La Cabrera

 

 

 

 

 

 

Casa Los Corrales


 

 

 

 

Casa Principal


 

 

 

 

CONTACTO:

Teléfono 629151594

Correo electrónico: lascasasdelcaminoreal@gmail.com

MAPA