Salir de la crisis mediante la gestión democrática del patrimonio

Carta abierta al político electo:

Álvaro Santana Acuña

Salir de la crisis mediante la gestión democrática del patrimonio

Estimada/o representante del pueblo:

En 2011 Canarias se ha consolidado como una de las regiones del primer mundo con la tasa de desempleo más alta, superior al veintisiete por ciento. Entre los menores de veinticinco años esa tasa supera el cincuenta por ciento. Mientras tanto otra crisis más grave y profunda afecta a nuestro patrimonio natural (bosques, costas, etc.) y cultural (yacimientos arqueológicos, centros históricos, etc.). Por desgracia, las dos crisis están muy relacionadas. El modo en que tratamos nuestro patrimonio marca nuestro presente. Por fortuna, una solución viable a ambas crisis pasa por un plan de desarrollo económico que tenga como uno de sus vértices la gestión democrática del patrimonio.

En esta carta deseo explicarle que dicha gestión democrática significa “ver” el patrimonio que pasa más desapercibido y reconocer su potencial patrimonial y económico. Es decir, deseo que entienda que una casa terrera en ruinas tiene tanto valor patrimonial y económico como una catedral cerrada o un palacio deshabitado. Y si este argumento no le parece suficiente, también quiero ayudarle a “ver” cómo la gestión democrática del patrimonio es, para usted, una fuente segura de miles de votos cada cuatro años.

Apostando por la gestión democrática del patrimonio usted se distinguirá del resto de sus colegas. Esos políticos sin imaginación que siguen acusando a la crisis económica internacional de nuestros problemas. Es una pobre excusa. Cuando las cosas funcionan bien en Canarias, es mérito nuestro. Cuando las cosas marchan mal, es por culpa de los de fuera.

Otros colegas suyos más imaginativos intentan calmarnos alegando que nuestra economía sumergida funciona bien (un mérito nuestro, no de los de fuera) y que en realidad no hay tanto parado. Pero, ¿sus colegas le han preguntado al trabajador sumergido y al falso parado cuando se levanta cada mañana si disfruta viviendo así, en vez de tener un empleo legal y estable?

Años antes de que comenzara la crisis económica empezó la otra, cuando la mayoría de sus colegas políticos, desde la izquierda a la derecha pasando por el centro, decidieron dar la espalda a lo que hace de Canarias una tierra única: su patrimonio. La madre naturaleza depositó en siete islas, seis islotes y el océano que las abraza un patrimonio natural extraordinario. Además, las manos de decenas de generaciones nos regalaron un patrimonio cultural sin igual en forma de pueblos y ciudades.

Canarias vive en democracia desde hace más de treinta años. Pero la mayoría de sus colegas políticos (y quizás usted) no saben que también hay que vivir en democracia con el patrimonio. La falta de democracia es la causa profunda de nuestra crisis patrimonial.

¿Por qué debemos gestionar nuestro patrimonio democráticamente? Me gustaría explicárselo comparando un pinar canario y un centro histórico. Un pinar es un medio natural que contiene fauna y flora que suelen pasar desapercibidas: desde un pinzón azul hasta una procesionaria, desde un escobón hasta un corazoncillo. Sin esa diversidad de fauna y flora, el pinar no podría sobrevivir.

Un centro histórico es un medio humano compuesto por diferentes “especies” de edificios, objetos y espacios. Como en un pinar, muchas de las especies de un centro pasan desapercibidas: las casas terreras y sobradadas, las cantoneras y hornacinas, los callejones y las plazuelas. Pero sin su ayuda, el centro histórico no podría sobrevivir.

De igual manera que un pinar es mucho más que grandes pinos robustos, un centro histórico es mucho más que palacios y casonas. Por eso, la misma regla sirve tanto para el medio natural como para el medio humano: cuanto mayor sea la diversidad de sus especies, más saludable estarán ambos.

Sin embargo, en el centro histórico de La Laguna (Tenerife), sus colegas políticos siguen autorizando la “tala indiscriminada” de casas terreras y otras especies pese a ser un centro declarado por la UNESCO Bien Cultural-Patrimonio de la Humanidad. En el barrio de Triana (Gran Canaria), edificios antiguos se derrumban misteriosamente en plena noche. En El Hierro, declarada por la UNESCO Reserva de Biosfera, la Asociación Ossinissa ha denunciado al cabildo por un delito patrimonial en La Dehesa. En La Palma, son varios los templos históricos en desuso tras construirse nuevos complejos parroquiales. La Asociación de Archiveros de Canarias ha alertado de la precariedad de medios del Archivo General de La Gomera. En Lanzarote, la Fundación César Manrique prosigue la cruzada contra los hoteles ilegales que gangrenan las costas de una isla declarada Reserva de Biosfera. En Fuerteventura, otra Reserva de Biosfera, sus colegas quieren rescatar el proyecto de perforación de la montaña de Tindaya, uno de los pocos lugares de Canarias donde, desde la prehistoria, el patrimonio natural y cultural conviven armoniosamente.

La lista es más larga porque muy largo es también el tiempo que nuestro patrimonio lleva en crisis. La solución de urgencia suele ser transformar el patrimonio en un saco sin fondo al que echar dinero público para, por ejemplo, hacer restauraciones irresponsables de edificios que luego quedan medio vacíos e infrautilizados.

Una gestión democrática significa lo opuesto, porque convierte al patrimonio en una máquina de hacer dinero, producir cultura, crear empleo estable y, para usted, esto se traduce en una fuente segura de votos.

¿Cómo llevar la gestión democrática a la práctica? La institución política donde usted trabaja debe incentivar al ciudadano y al pequeño y mediano empresario para que invierta en su patrimonio, es decir, en nuestro patrimonio. Lugares como el barrio de Triana o el centro de La Laguna no pueden estar cada vez más en manos de franquicias extranjeras, las cuales sacan sus beneficios de Canarias, igual que hacen los touroperadores y otros agentes económicos con el turismo.

Para empezar, le propongo dos acciones concretas de gestión democrática del patrimonio: desgravación fiscal y microcréditos.

Desgravación fiscal. Hay que ayudar al propietario de una casa histórica y catalogada para que vivir en ella no se transforme en una pesadilla porque mantenerla le sale carísimo. Por tanto, el propietario debería estar exento del pago total (o por tramos) de varios impuestos municipales (IBI, IIVTNU, etc.). Para beneficiarse, el propietario demostrará con documentos que está invirtiendo en el mantenimiento del inmueble (barnizado, reparación de tejados, etc.). También, hay que ayudar al pequeño y mediano empresario que tiene (o desea abrir) su empresa en un edificio histórico y catalogado mediante una desgravación del impuesto de actividades económicas.

Microcréditos. Para ayudar al propietario con el coste del mantenimiento del inmueble, desde el ayuntamiento hasta el parlamento, pasando por el cabildo, deben crear un programa mancomunado de microcréditos a bajo interés al patrimonio. Por ejemplo, el Instituto Canario de Microcrédito Oficial. Mediante un microcrédito usted podría ofrecer al propietario otro incentivo más para cuidar su propia casa y no tener que venderla a especuladores inmobiliarios.

Un programa conjunto de desgravación fiscal y microcréditos atraería a jóvenes que aún se alojan con sus padres y a nuevas familias condenadas a vivir de alquiler. El programa les ayudaría a comprar y restaurar un inmueble histórico en vez de alquilar un apartamento o adquirir un adosado en las afueras. El programa también incentivaría a pequeños y medianos emprendedores a abrir y dinamizar sus empresas.

Los resultados (y para usted la suculenta rentabilidad política) de este programa serían inmediatos. En especial, daría una mayor diversidad social y comercial a un centro histórico. Éste no sólo consistiría en oficinas, cafeterías y franquicias, sino también en ferreterías, jugueterías, galerías de arte, talleres para discapacitados, residencias de la tercera edad, sedes de asociaciones vecinales, centros ciudadanos, etc.

En suma, este programa incrementaría la biodiversidad de los centros históricos y se consolidaría un tejido económico más fuerte, controlado por empleadores locales, o sea, por nuestros vecinos y no por franquicias multinacionales. Con la intervención de este programa de ayudas, la inversión en patrimonio sería un motor de crecimiento económico local, diversificado y sostenible.

Tanto la desgravación fiscal como los microcréditos se aplican con éxito en numerosas ciudades y países. El sistema de desgravaciones para pequeños y medianos empresarios triunfa en París, gracias al compromiso de su ayuntamiento; así un fuerte tejido comercial de origen local convive pacíficamente con las grandes multinacionales. Los programas de microcréditos funcionan en todo el mundo desde hace más de cuarenta años y han permitido a millones de personas disfrutar de una vida más digna.

Hoy el gobierno canario controla competencias en materia política, económica y cultural como nunca antes en la historia del archipiélago. Echar la culpa de nuestros problemas a “los de fuera” ya no sirve de excusa. Usted y sus colegas políticos no pueden escudarse en la falta de competencias para crear programas de gestión democrática del patrimonio que además permitirán dinamizar y diversificar nuestra economía.

La solución a nuestra crisis no es la nueva burbuja turística creada en Canarias a causa de las revueltas árabes que han afectado al turismo en la región. Y sobre todo no es la solución porque el desempleo, la degradación de nuestra calidad de vida y la destrucción de nuestro patrimonio no son problemas que puedan arreglarse dentro de una burbuja.

Para salir de la crisis no hay atajos. Hay que apostar por la gestión democrática de nuestro patrimonio liderada por políticos de corazón que hagan del servicio al ciudadano su verdadera y única bandera. Confío en que usted sea uno de estos políticos. Canarias le necesita ahora más que nunca.

Álvaro Santana Acuña

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